Texto: © Carlos Navarrete Navarro
Nace en 1881 en Moguer (Huelva) y desde adolescente es un ávido lector de poesía. Su paso por la Universidad de Sevilla le permite conocer el krausismo y la poesía popular, muy influyentes en su obra. Posteriormente, en un sanatorio de Madrid, conoce a Giner de los Ríos y a otras personas afines a la Institución Libre de Enseñanza, cuya impronta liberal permanecerá de por vida en Juan Ramón. Frecuenta por entonces a los escritores modernistas y comienza a ser reconocido como gran poeta. Marcha a Nueva York y vuelve casado y en 1916 es ya una gran influencia en multitud de poetas jóvenes que formarán posteriormente la Generación del 27. Durante la guerra civil marcha a EE.UU. y después a Cuba y manifiesta sus simpatía por la República. Permanece en el exilio hasta su muerte, estableciéndose en Puerto Rico. En 1956 recibe el Premio Nobel de Literatura y en 1958 muere.
En Juan Ramón Jiménez se unen vida y poesía; ética y estética; moral y literatura. A partir de un determinado momento, Juan Ramón concibe su obra, al igual que Antonio Machado, como un único libro; es pues una poesía en sucesión. De esta forma realizó varias antologías de sus poemas: Poesías escojidas (1917), Segunda Antolojía poética(1922) y Tercera Antolojía poética (1957). A su muerte tenía planteada una nueva revisión de su obra bajo el título de Leyenda. Siempre a la búsqueda de la perfección absoluta, la obra de Juan Ramón es concebida como una unidad donde se integran nuevos textos y se corrigen los anteriores.
No debe olvidarse la faceta de prosista del onubense, pero las fronteras entre poesía y prosa no están claras para él. Podemos dividir la obra juanramoniana de la siguiente forma:
La poesía en verso. Juan Ramón establece tres etapas en su producción: etapa sensitiva, que llega hasta 1915. Ninfeas y Almas de violeta muestran un tono decadente de inspiración neorromántica; Rimas, tiene influencias de Becquer y de los simbolistas franceses; Arias tristes y Jardines lejanos es de ambiente modernista (presencia de jardines y flores, adjetivación matizada, abundancia de sinestesias, recuerdos, presencia de la muerte…). Durante su estancia en Moguer compone Elejías, Las hojas verdes, Baladas de Primavera, Pastorales, La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes, que aunque con influencias modernistas, ya atisban una poesía más personal: búsqueda de lo cotidiano, descubrimiento del paisaje y sobre todo la identificación con la Naturaleza. La superación del Modernismo se confirma con Melancolíay Laberinto, que muestran ya el tono metafísico que seguirá a partir de ahora la poesía de Juan Ramón. El libro de transición a la segunda etapa del poeta es Estío, poesía más conceptual y sencilla formalmente.
La segunda época, la intelectual, se inicia con Diario de un poeta recién casado (1917). Abre las puertas a las innovaciones vanguardistas: verso libre, poemas en prosa, palabras en otros idiomas… y tiene muchas novedades formales. Se pasa a una poesía pura o desnuda que raya en el misticismo, con una visión panteísta de la Naturaleza. No obstante hay huellas de la Historia y de la realidad alienante de las ciudades modernas, que influyó de manera clara en Federico García Lorca.
Los libros siguientes, (Eternidades, Piedra y cielo, Poesía,Belleza) constan de poemas breves y densos; de poesía muy depurada. Es de muy difícil lectura, en la línea del aristocratismo novecentista. Son dedicados a la “inmensa minoría”, a las personas sensibles. Con La estación total, se acentúa más si cabe la hondura metafísica; el anhelo de eternidad supondrá para el poeta la abolición del devenir histórico.
La última etapa, suficiente o verdadera, comprende toda la producción del poeta en el exilio. En el otro costado y Dios deseado y deseante acentúan el carácter metafísico de La estación total. En el primero de estos libros aparece el poema Espacio, que ya en prosa, muestra la conciencia de el poeta como Dios que da sentido al mundo. En su segunda obra, definitivamente la conciencia se identifica con Dios, identificado a su vez con la Naturaleza y la Belleza.
La prosa lírica. Casi todas sus obras en prosa se publicaron en periódicos y revistas, excepto Platero y yo. Abundan en esta obra los tonos modernistas, pero con miras a superar dicho Modernismo, el escritor muestra, como en su poesía, su anhelo de armonía con la Naturaleza, que se ve amenazada por la injusticia y el odio. A partir de 1920 comienza a publicar Españoles de tres mundos, colección de caricaturas líricas donde retrata a los intelectuales contemporáneos. Se advierte en estas caricaturas, su admiración por los institucionistas y su recelo hacia los jóvenes poetas del 27.
Utiliza la prosa para retratos y paisajes y para rememorar recuerdos y recuperar el pasado, en un presente constante muy en línea con su poesía metafísica.
La prosa crítica. La poética. Al mismo tiempo que desarrollaba su obra en verso y prosa, Juan Ramón escribió numerosos textos de reflexión teórica que nos permiten vislumbrar su concepción de la poesía y su evolución literaria e ideológica. La poesía es para él una forma de conocimiento, encuentra en ella sus ansias de infinito. La poesía amplía la realidad y por lo tanto en Juan Ramón se igualan ética y estética ya que la pureza literaria es el camino de la perfección personal.
La influencia institucionista, con su revalorización del folclore y lo popular es muy importante en la poesía de Juan Ramón ya que encuentra en ellos motivos temáticos, rítmicos, métricos y diversos recursos técnicos. De esta forma el poeta de Moguer será un intermediario entre el popularismo posromántico y el neopopularismo de los poetas del 27. Además Juan Ramón estará muy influido por la poesía francesa, el Modernismo, algunos poetas de la tradición española, la moderna poesía de lengua inglesa y sobre todo por el pensamiento de Ortega y Gasset. Con estas influencias, la poética de Juan Ramón se configura plenamente.