Texto: © Carlos Navarrete Navarro
Nace en el Puerto de Santa María (Cádiz) en 1902, se traslada a Madrid con 15 años y pasa muchas horas en el Museo del Prado contemplando a sus pintores preferidos, sobre todo Tiziano, el que despertará en él la nostalgia, emotividad, temperamento y color que serán característicos de su obra literaria. Abandona sus estudios y se dedica a la pintura y en 1922 comienza a escribir versos. En 1925 obtiene el Premio Nacional de Literatura. Al final de la década de los 20 sufre una crisis espiritual que refleja en sus poemas y en la obra de teatro El hombre deshabitado. Pero su talante vitalista se abre camino en el compromiso social y político. Tomó partido por la República y al final de la guerra civil se exilia, primero en Francia y desde 1940 en Argentina. En los años 60 se establece en Roma y muerto Franco regresa a España en 1977. Aquí muere en el 2001.Podemos distinguir cuatro etapas en su obra poética:
Libros iniciales. Los primeros poemas de Alberti, escritos entre 1920 y 1923, fueron publicados en 1969 bajo el título de Poemas anteriores a “Marinero en tierra”. Hay poemas de tono creacionista, de tono romántico becqueriano, de corte popular e inspirados en la poesía de los cancioneros tradicionales. Marinero en tierra (1925) recuerda con nostalgia el mar de su infancia de la Bahía de Cádiz, uniéndose en sus poemas la tradición popular y la estilización vanguardista. Se ve clara la influencia de la poesía tradicional con moldes métricos clásicos, sobre todo garcilasianos. Los dos libros siguientes, La amante y El alba del alhelí insisten en la reinterpretación vanguardista de la tradición, con aires a veces burlesco y juguetón, a veces triste y melancólico.
Época vanguardista. La impronta vanguardista anterior se acentúa al final de la década de los 20. Fusión de gongorismo y vanguardia es Cal y canto, con poemas que rinden culto a Góngora y otros de claro ambiente futurista. Los grandes cómicos del cine mudo son la base de Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, pero el tono nostálgico y melancólico se acentúa considerablemente. Esta desilusión se manifiesta de forma intensísima en Sobre los ángeles. Muestra este poemario el desconcierto vital de su autor, manifestado bajo la influencia del Superrealismo. Los ángeles son imágenes oníricas, de corte freudiano, que atormentan al yo del poeta. Este mundo onírico tiene su referencia exterior en un mundo urbano degradado, que convierte en cosa al ser humano. Pero al final de esta obra ya se vislumbra una salida, la que encontrará Alberti en el compromiso social y político. La misma inquietud existencial que en Sobre los ángeles hay en Sermones y moradas, escrito en verso libre y con largos fragmentos de prosa densa.
La poesía durante la República. La poesía políticamente comprometida se inicia en 1930 con Con los zapatos puestos tengo que morir donde el superrealismo estético es molde para las ideas revolucionarias. Sus siguientes obras, Consignas, Un fantasma recorre Europa, De un momento a otro, 13 barras y 48 estrellas, Nuestra divina palabra, adoptan un nuevo tono combativo. Funda en 1933 la revista Octubre , en la que colaboraron Antonio Machado, Cernuda y Emilio Prados. En ella se difundían principios literarios contrarios a los del arte deshumanizado. Escribe en el campo republicano una poesía de urgencia donde satiriza a los enemigos y compone poemas personales e íntimos. El más destacado es Madrid, capital de la gloria.
La época del exilio. Los temas centrales de la lírica albertiana de esta época son el exilio y la añoranza de España. El tono ahora es grave y hondo con abundantes símbolos como el árbol arrancado o el toro. Pero este desgarro encuentra compensación en los recuerdos del amor, la naturaleza, la pintura o la Bahía de Cádiz. Su devoción por la pintura se muestra en A la pintura. Cantata de la línea y el color. La añoranza de Cádiz se muestra en Ora marítima y Retornos de lo vivo lejano. Con Baladas y canciones del Paraná vuelve a los aires de Marinero en tierra, pero para cantar la naturaleza y vida argentina. No abandona en el exilio la poesía de intención social. Compone Entre el clavel y la espada que dedica a Pablo Neruda. En este libro se muestra la tragedia y el amargo sabor de la derrota; su tono es melancólico y elegíaco. Más directo es el compromiso político en Coplas de Juan Panadero, cuyo tono burlón recuerdan a Góngora y Quevedo. Otros libros de su producción son Roma, peligro para caminantes, Los ocho nombres de Picasso, Canciones del alto valle del Aniene, etc.
El teatro tuvo un importante papel en la obra de Alberti. Su primera obra teatral es El hombre deshabitado, de corte superrealista. Sitúa al hombre ante su miserable y a la vez grandiosa condición humana, sin el consuelo de Dios. Su segundo estreno es Fermín Galán, exaltación de un militar republicano fusilado. De forma paralela a la poesía social que hace durante la República y la guerra civil, escribe un teatro de urgencia. Ya fuera de España acaba De un momento a otro, de corte autobiográfico. A continuación escribe El árbol florido y El adefesio, que con tonos de Lorca en La casa de Bernarda Alba, descubre el mundo de represión y superstición de una familia andaluza. Tiene también ciertos rasgos esperpénticos. En La gallarda, transmite el dolor y la nostalgia de la España lejana. Es muy relevante la obra Noche de guerra en el Museo del Prado, en la que mezcla personajes de la guerra de 1936 con otros de la de 1808. Hay rasgos esperpénticos valleinclanescos, proyecciones cinematográficas, pinturas y dibujos, inspiradas en los dramas de Bertolt Brecht y trazos en los personajes de un Goya o un Tiziano.