La investigación, publicada en Science Alert estuvo a cargo de especialistas
del Hospital General de Massachusetts y de la Escuela de Medicina de Harvard
(EE.UU.), quienes se propusieron conocer cómo las células acudían al cerebro
luego de un derrame o de una meningitis. Para lograrlo experimentaron con
ratones y estudiaron los neutrófilos, es decir, las primeras células en
responder. Para ello, desarrollaron una técnica que les permitió marcar con
fluidos fluorescentes los neutrófilos producidos por la tibia y por el cráneo y
comprobaron que, en el caso de un accidente isquémico en el cerebro, los que
acudían eran los generados en el cráneo. Observar ese comportamiento les
permitió descubrir pequeños canales que conectan la médula directamente con el
revestimiento externo del cerebro. Al trazar imágenes del cráneo de los
ratones, hallaron canales vasculares microscópicos que conectaban de manera
directa la médula con la duramadre. Por allí, los glóbulos rojos que transportan
los neutrófilos se movilizaban desde el exterior hacia el cerebro, cuando,
normalmente, fluyen de manera inversa. Este descubrimiento realizado en ratones
fue corroborado en cráneos humanos y encontraron los mismos túneles, con un
diámetro cinco veces mayor. Investigar la relevancia de estos canales en las
enfermedades inflamatorias del sistema nervioso central, que incluyen apoplejía
aguda, hipertensión e incluso afecciones crónicas como la enfermedad de
Alzheimer, es la siguiente meta de los investigadores.