En los años treinta los científicos Hermann Joseph Muller y Barbara McClintock descubrieron los telómeros, unos pequeños "tapones" que se encuentran en los extremos de los cromosomas para garantizar su estabilidad estructural. El hallazgo les valió un premio Nobel, pero nunca podrían haber imaginado la importancia real de estas pequeñísimas regiones del ADN.
Hoy sabemos que los telómeros son los principales responsables del envejecimiento, pues actúan como relojes internos del organismo: según se acortan, nosotros nos hacemos mayores. En los jóvenes, la longitud de los telómeros es de entre 8.000 y 10.000 nucleótidos (las moléculas que conforman el ADN y el ARN), y se van acortando cada vez que se producen nuevas divisiones celulares. Llegado a un punto el telómero es demasiado estrecho y la célula deja de dividirse o muere.
De un tiempo a esta parte, numerosos grupos de investigación han tratado de revertir este proceso pues, si los telómeros no se acortaran, o lográramos alargarlos, nuestro envejecimiento biológico se detendría.
En los últimos cincuenta años el estudio de los telómeros ha producido hasta cinco premios Nobel, además de 16.000 artículos científicos. Pese a esto, aunque en diversas ocasiones se ha logrado alargar los telómeros o retrasar el acortamiento de estos, no se había desarrollado una técnica lo suficientemente segura como para ser probada en humanos.
Un equipo de la Universidad de Stanford ha descrito esta semana en la revista FASEB Journal una técnica que, aseguran, es mucho más eficaz y segura que las anteriores, lo que supondría un importante paso en el desarrollo de una terapia válida.
"Hemos encontrado una manera de alargar los telómeros humanos en al menos 1.000 nucleótidos, retrasando el reloj interno de estas células en lo equivalente a muchos años de vida", explica la doctora Helen Blau, profesora de microbiología e inmunología de la Universidad de Stanford y autora principal del estudio. En concreto, tal como especifica la nota de presentación del estudio, los científicos han logrado alargar los telómeros en 1.000 nucleótidos en sólo un par de días, lo que supone un rejuvenecimiento de más de una década.
Un cromosoma (a la izquierda) y sus telómeros (derecha). Una técnica más rápida y más segura:Los investigadores han utilizado un ácido ribonucleico (RNA) modificado para transmitir instrucciones de los genes del ADN a las células encargadas de fabricar proteínas. El RNA utilizado en el experimento contenía una secuencia codificada de la telomerasa transcriptasa inversa (TER), el componente activo que genera de forma natural la enzima telomerasa, presente sólo en tejidos fetales y ciertas células madre. Esta enzima se asegura de que los telómeros de estas células permanezcan en plena forma en la siguiente generación, pero desaparece tras el nacimiento, lo que provoca que, a partir de entonces, los telómeros se acorten y empecemos a envejecer.
Al reaparecer el TER, los telómeros vuelven a crecer, pero esto puede suponer un problema si no se controla el proceso. Si las células tratadas empiezan a dividirse hasta el infinito pueden volverse muy peligrosas, pues en el proceso es bastante probable que se desarrolle un cáncer.
Helen Blau. (Penney Gilbert)Esta posibilidad ha sido el gran escollo de este tipo de terapias, pero la nueva técnica desarrollada por Blau y sus colegas parece solventarlo, pues gracias a ella el alargamiento de los telómeros es sólo temporal. El RNA modificado está diseñado para reducir la respuesta inmune de las células hacia el tratamiento con el TER, pero pasadas 48 horas esta vuelve a activarse, el TER desaparece y los telómeros vuelven a acortarse como antes (pero partiendo de una longitud de 1.000 nucleótidos mayor).
Los investigadores han comprobado que bastan tres aplicaciones del RNA modificado, en un periodo de sólo unos pocos días, para incrementar la longitud de los telómeros en cultivos de células humanas de músculo y piel. Y esto es importante, pues un tratamiento con este método podría ser breve e infrecuente, lo que reduce el peligro de que, en el proceso, se produzcan efectos secundarios no deseados.
"Esta nueva técnica allana el camino hacia el tratamiento y la prevención de enfermedades relacionadas con el envejecimiento", asegura Blau. "Existen además enfermedades genéticas asociadas con un acortamiento anormal de los telómeros que podrían beneficiarse de un tratamiento de este tipo". Es el caso de la distrofia muscular de Duchenne, una enfermedad bien conocida por el equipo de Blau, que descubrió que los niños que padecen esta patología tienen unos telómeros mucho más cortos que los niños que no la sufren.
La investigación, además, podría ser útil para acelerar ciertos procesos en los laboratorios. Como la técnica permite que las células se dividan un 40% más rápido se podría utilizar para generar un mayor número de éstas de cara a la investigación científica.
Fuente: Miguel Ayuso.
C. Marco