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Descubrimiento, reglas para la definición de un nombre taxonómico linneano

Publicado el 25 julio 2013 por Joseleg
Descubrimiento, reglas para la definición de un nombre taxonómico linneano

Descubrimiento, reglas para la definición de un nombre taxonómico linneano
El que lo encuentra le pone nombre
La taxonomía y la nomenclatura son dos funciones realizadas por la misma ciencia aunque difieren en sus detalles, la nomenclatura es el arte de ponerle un nombre propio, formal y científico a un nuevo ser vivo, mientras que la taxonomía propiamente dicha se encarga de organizar a los seres vivos.  

Descubrimiento, reglas para la definición de un nombre taxonómico linneano

Figura NTL-01. La financiación de las expediciones taxonómicas estaba enfocada en el carácter económico de las especies que podían descubrirse y que generalmente eran de carácter botánico, sin embargo durante las expediciones botánicas se hacia mucho mas que nombrar plantas.

En este artículo nos enfocaremos al problema de los nombres. Los científicos viven de su prestigio, algunas veces por razones económicas “entre más prestigio hay más fondos de investigación y mejores cátedras en mejores universidades” otros los buscan por el prestigio mismo.
El historiador natural en su tiempo o el biólogo en los más modernos que logra descubrir una nueva especie tiene el derecho de ponerle nombre y este acto mismo le confiere prestigio. Esto sucede tanto para animales vivos como extintos. Un ejemplo moderno es el paleontólogo chino Xu Xing quien actualmente es uno de los paleontólogos más prestigiosos del mundo debido en parte a la gran cantidad de nuevas especies de fósiles que ha descrito.

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Figura NTL-02. Xu Xing


La nomenclatura biología y su subsecuente taxonomía es uno de los mejores de ciencia que podemos tener, por un lado es evidentemente un modelo abstracto que intenta representar una organización natural ya fuera divina “para los tiempos de Linnaeus” o evolutiva “para la época actual”. Otro aspecto vital de la taxonomía es que no puede hacerse individualmente, el nombre formal de una especie solo se hace tal si una comunidad lo suficientemente grande de expertos la aceptan.
Una de las primeras crisis que la labor de taxonomía y nomenclatura en la historia natural afrontada por los contemporáneos a Linnaeus fue el de la comunicación. Como lo señaló Kuhn en su obra “Historia de las revoluciones científicas” una ciencia se define como tal, si es llevada a cabo por una comunidad de expertos, con un lenguaje propio y un mecanismo de comunicación bien establecido.
La taxonomía y la nomenclatura seria este nuevo lenguaje al cual Linnaeus le dio unas reglas claras, sin embargo en su época las comunicaciones eran muy problemáticas. Varios exploradores podían encontrar una misma especie, cada uno le daría un nombre, por lo que se generarían confusiones.
En el siglo XIX “casi un siglo después de la época de Linnaeus” el conflicto se resolvió estableciendo canales de comunicación adecuados para la comunidad de expertos, escrita en el lenguaje propio. Para nombrar una especie se generaron una serie de reglas complejas que aseguraran que:
1-Cada especie tuviera un solo nombre científico. 2-En caso de que dos nombres compitan, el que su publique formalmente con anterioridad seria el que lleve la prevalencia. 3-Cada nombre de cada especie estaría asociado a un espécimen “o dos en caso de dimorfismo sexual” de la especie, almacenado en un museo, el cual serviría como estándar para agrupar nuevos especímenes de la misma especie. 4-La descripción de los especímenes debería realizarse en textos académicos aceptados por la comunidad de expertos, inicialmente libros escritos por grandes autoridades, y posteriormente revistas científicas indexadas y revisadas por pares.
A pesar de lo anterior el sistema no es libre de fallos. Los especímenes tipo muchas veces estaban en malas condiciones “por decirlo amablemente”, adicionalmente el sistema no estaba libre de generar sinónimos.
De hecho actualmente muchos taxónomos gastan años de su carrera tratando de organizar el caos de la taxonomía y la nomenclatura del siglo XVIII y XIX, más aún porque los especímenes tipo de los museos se han ido deteriorando por más de 200 años de almacenamiento en condiciones inadecuadas.
El problema no reside solo en el pasado, actualmente muchas especies son descritas pobremente en publicaciones aisladas con carencia de impacto y repetición. Esto es aceptable con especímenes fósiles donde en ocasiones solo se tiene un espécimen para examinar, pero no es comprensible en especies vivas que conviven en poblaciones.
Todo esto sin aun llegar al hermoso problema de la especie. Uno de los conceptos asumidos a priori por todos estos estudios es la idea de que las especies existían como entidades reales, es decir, ase asumía el fijismo platónico en que todos los miembros de una población se asemejaban a un ideal platónico perfecto de dicha especie. Es por esto que el concepto de espécimen tipo cobra significado, un espécimen tipo es un promedio de la población el cual sería una aproximación al patrón platónico.
Actualmente el concepto de especie tipo de ha matizado, en lugar de un solo espécimen, el biólogo debe emplear una cantidad estadísticamente significativa de individuos para describir la especie siempre que sea posible, y adicionalmente el concepto mismo de especie tiene una serie de condiciones y puntos grises.

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