Cuelgo aquí un correo que nos envía un antiguo compañero Enfermero en el que vuelca sus sentimientos sobre su paso por las antiguas unidades del Hospital Psiquiátrico de Tenerife. ¡Un saludo Quique! y gracias por tus palabras de apoyo a este proyecto.
Cuando aprobé aquellos exámenes casi a finales de los 90 en el extinto H.E.C.I.T, que me permitía incorporarme a trabajar con una Interinidad por plaza vacante, rogaba a Dios que no me tocara en el Hospital Psiquiátrico, pues no sólo no tenía experiencia con la Salud Mental, sino que además, me aterrorizaba ese "tipo de pacientes". ..."Ring, Ring, hola buenos dias, le llamamos para empezar a trabajar a partir del lunes en el Hospital Psiquiátrico, ¿está disponible?...Ehhh, sí sí," le respondí mientras corría un sudor frío por todo mi cuerpo. ¿No querías sopa?, pues toma el plato lleno me dije a mí mismo. Así que desde La Orotava, arranqué mi Seat Ibiza y me colé allí, presentándome a Supervisión, para ver un poco el lugar de trabajo, dinámica , cuadrantes, etc...
Mi primer dia en la 4ª de la Unidad de Agudos fue un cúmulo de sensaciones extrañas, desconfiado, nervioso, sin dejar de mirar para detrás, y ojeando medicamentos que nunca antes había visto. Menos mal que contaba con la inestimable ayuda de un equipo de compañeros que me ofrecian todo su apoyo y respondían buenamente como podían a mis numerosas dudas. Los usuarios no paraban de encender un mechero que colgaba de una cuerda de la pared para fumar cigarrillos Krügger y sólo de vez en cuando se acercaban a mí a preguntarme qué cuándo pasaba el médico.
Poco a poco fueron pasando los dias, corriendo turnos, teniendo que bajar a Urgencias cuando tocaba para atender a algunos pacientes que con esposas y escoltados por algún Cuerpo de Seguridad, precisaban estabilizarlos e ingresarlos. Las sesiones clínicas multidisciplinares me resultaban muy interesantes, y cada vez más, me iba interesando en las patologías y en los tratamientos no sólamente químicos, sino humanos. Seguía disponiendo de un grupo de Auxiliares de Enfermería y de compañeros DUE que no me fallaban en los momentos más complicados, esto es, en los que la desestabilidad mental de los usuarios les juegan malas pasadas.
Así que, comencé a entenderles, a empatizar, pero también a ser asertivo. Y comencé a sentir, que la vida sigue siendo a veces injusta, pues quien sufre del corazón es un cardiópata, del páncreas un diabético, de los pulmones un EPOC, pero quien sufre de la mente, para muchos...sólo un loco. Y no sólamente eso, sino que pueden llegar a perder su trabajo, amigos, incluso familia, por no hablar de su propia dignidad.
Al cabo de varios meses allí, y cuando más integrado me sentía tuve que trasladarme a otra Unidad, dejando atrás un reguero de anécdotas, pensamientos y sensaciones, pero con una lección que el destino quiso que me aprendiera bien.
Casi una década después, no dejo de pensar en esa bonita experiencia, y aunque ya no ejerzo en la Salud Mental, lo hago en un Centro de Alzheimer a muchos Kms de distancia, donde el trabajo día a día con estos Pacientes no para de sorprenderme.
Un abrazo a todos los profesionales de la USA y URA del antiguo Hospital Psiquiátrico de Tenerife, mi segunda tierra.
Enrique Rodway Cantero, Enfermero.
Publicado por César M. Estévez