Revista Educación
Muchos incautos han creido que la guerra fría era cosa de la historia. Nada más lejos de la realidad, ya que las entidades dominantes del mundo capitalista continuan con su eterna guerra contra todo lo que pueda significar un peligro para su sistema, y por su puesto, la educación está en su punto de mira. La educación ha pasado a convertirse en el "enemigo de enemigos" y por tanto es el objetivo de sus más feroces ataques.
Nivelar por lo bajo, sumir al pueblo en la ignorancia, reservar el acceso a la educación solamente a los ricos, impedir que la gente piense, hacerlos masa, es lo que le conviene a una dirigencia inútil y amoral que pretende perpetuarse en el poder mediante la explotación de una sociedad maleducada, dopada por la incultura y condenada al inmovilismo mental.
El sucedáneo de democracia que nos caracteriza se sustenta en una pésima calidad de la educación, y el salto de este modelo hacia la tiranía vivida en años no muy lejanos, pasa por eliminar por completo la enseñanza pública y dejar a la mayoría absoluta de la población en la indigencia mental. Ya no se trata de recortar, de disminuir, de mermar, la palabra precisa sería abolir, quitar, borrar, hacer desaparecer lo público para dar entrada a la empresa privada dirigida por los familiares y amigos de quienes ostentan el poder. El desastre capitalista que vivió hace unos 20 años Latinoamérica, toca a las puertas de España, y entra con bombo y platillo para quedarse. La desaparición de la educación pública, el desmonte del sistema público de salud, la privatización del sistema de pensiones, se hicieron en paises como Colombia en pocos años y plantaron las raices más tenaces para agrandar la brecha entre ricos y pobres, para llenar las arcas de unos pocos y empobrecer a la mayoría absoluta. Lo que hoy se vive en España es fiel copia de ese experimento que ha dado extraordinarios resultados a las élites dominantes de este planeta.