Revista Opinión

Deseos

Publicado el 22 junio 2015 por Jcromero

Hay quien pretende recuperar lo perdido con el apoyo de los medios de comunicación afines y al toque de corneta de las grandes empresas. Vistas las orejas al lobo, carecía de fundamento pensar que el lobby de las principales compañías del Ibex y en particular las que tienen presencia en los consejos de administración de periódicos, radios y televisiones, se quedaría de brazos cruzados. ¿Alguien dudaba de la reacción de una Brunete mediática cargada de excesos y resentimientos?

Nunca como ahora hemos dispuesto de tanta facilidad para hacernos oír, pero ¿qué somos comparados con los grandes medios? Sabemos que la escala de valores del periodismo saltó por los aires cuando cambió el deseo de informar y formar por el adoctrinamiento puro y duro; sabemos también que las redes sociales democratizan la opinión publicada, pero mejor hacer oídos sordos cuando periodismo y ciberactivismo se confunden con patio de vecinos mal a venidos o con ese necio eco que repite consignas estúpidas. La prensa y las redes sociales actúan como si fueran inmunes a la realidad: viven en ella, se alimentan de ella, pero la procesan como si fuera una ficción, como si lo publicado no dejara huella, como si no existiera la hemeroteca o el timeline. Fastidia la arrogancia de unos y la bisoñez de otros. Lo primero está en el ADN, no tiene remedio; lo segundo es cuestión de tiempo y experiencia. En todo caso, cuando se fomenta la animadversión y el malestar, no cabe sorprenderse ante tanta saña y golpes bajos.

Existe el propósito por rebajar el nivel de ilusión y esperanza surgido de las urnas. Antes del 24-M ya se esforzaban en apagar la facultad desiderativa de la ciudadanía. Conocidos los resultados y sus consecuencias prácticas, el objetivo resulta evidente: propiciar una sociedad anestesiada, sin deseos, derrotada y sumisa. ¿No esperábamos la ruindad de los ruines?

Daumier, pintor del realismo francés, trasladó a algunos de sus cuadros los males de la sociedad de su tiempo. Mostró con crudeza las miserias que padecía la población obrera que, atraída por la industrialización, abandonaba el mundo rural para aglomerarse en grandes centros urbanos. Hombres y mujeres hacinados, con la resignación dibujada en sus rostros. Trabajadores apiñados en un vagón de tercera clase, absortos en sus cosas, ausentes y desconectados de otros pasajeros. Eran obreros desencantados y vencidos, derrotados y rendidos, miembros de una sociedad sometida, pesimista y resignada. El paralelismo parece evidente: hoy aquellos apesadumbrados trabajadores son los integrantes de una sociedad, como la actual, aplastada por la crisis.

Sin embargo, con el 15-M, las distintas mareas y otras iniciativas populares cambiaron las expectativas de buena parte de la ciudadanía. Más allá de siglas y confluencias, existe el deseo de construir una sociedad al servicio de las personas y sus necesidades. Inoculado el deseo de una democracia activa y de justicia social, sería deseable que aquellos que sí representan estas expectativas no las defrauden. Fatigados de tanto mensaje simple para necios y conformistas, de quienes comienzan a ostentar el poder solo cabe desear que actúen y argumenten desde la inteligencia.

Es lunes, escucho a Joey Alexander:

Un nuevo tiempo, un nuevo sueño Políticamente incorrecto Cortina de Humor Negro La nueva guillotina española Marcándonos el paso Risa de extrema derecha radical …y el tonto mira el dedo Caso Zapata Subida de tensión Habemus cambio Hay esperanza (que no Esperanza) para la democracia española Secuestrando la democracia Operación acoso y derribo Humor negro… ¿y tú me lo preguntas?

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