¿Qué es la desesperanza?
La desesperanza consiste en una tendencia a realizar inferencias negativas sobre las causas, consecuencias e implicaciones que tiene para la persona los sucesos vitales negativos. El estilo de pensamiento de la persona con desesperanza se caracteriza por una inclinación a explicar los eventos negativos a partir de causas que son internas a la persona, estables y globales. Además predice consecuencias negativas y concluye que si ese evento o suceso negativo ha ocurrido se debe a que hay algo que falla o que es erróneo en sí mismo. Por tanto, suelen pensar que no hay solución, que las consecuencias serán permanentes, inevitable y que afectarán a todas las áreas de su vida y se sienten culpables de lo ocurrido.
¿Cómo se relaciona con la depresión?
La desesperanza es un factor de vulnerabilidad para la depresión, especialmente para aquella caracterizada por baja autoestima, falta de energía y tristeza. Las personas con este factor ante eventos estresantes pensará que se debe a alguna característica personal que no pueden modificar y que las consecuencias serán muy negativas y adversas. Así, tendrán menor motivación para afrontar los problemas y continuar con su vida, pensarán que “¿para qué voy a seguir si nada va a cambiar?” y sentirán que no son capaces de afrontar su día a día y sus obligaciones.
Este aspecto cobra vital importancia en población adolescente. Esto se debe a que cualquier adolescente ante una situación como un rechazo social o una mala calificación académico, interpretará que nunca va a ser capaz de tener amigos o de aprobar y pensará que las consecuencias de esta circunstancias serán excesivamente negativas (“siempre estaré solo”, “no voy a llegar a nada en la vida”). De este modo, el adolescente se encontraría con un riesgo bastante alto de sufrir depresión y aprendería que no es una persona válida, que los eventos negativos se deben a sus características personales y que no podrá cambiarlas.
Beneficios de la terapia psicológica.
La terapia psicológica facilita a la persona la identificación este estilo de pensamientos para, posteriormente, ir flexibilizándolo y adecuándolo de una manera racional y real a cada situación. Así, su respuesta cognitiva o de pensamientos ante situaciones estresante será más adecuada y funcional. De esta manera la persona aprenderá a afrontar los eventos que le vayan apareciendo de una manera más óptima.
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