Revista Comunicación

Deshaucio

Por Roales

Escúcheme bien periodista barato, ya que nunca lo hizo antes.

A nadie le debo nada, ni siquiera el saludo. Mis deudas fueron saldadas y a fuego que lo hice, y luego de todo mis recibos no llegaron porque al parecer el interés fue muy alto de esta casa que yo mismo construí.

Pero eso no me quita el mérito, no se preocupe usted por nadie, no se preocupe que ya yo no me preocupo y siéntate, que me pone nervioso de tanto estar de un lado para el otro.

¿Qué me dijeron? Me pregunta usted y parece querer una respuesta, ¿qué piensa que me dijeron? le pregunto yo y también quiero mi respuesta. A ninguno nos dijeron nada por lo que veo y qué más da a estas alturas, ya los muebles se los llevaron. El paisaje creo que es el mismo. Hace tiempo que no me asomo, quizás no haya cambiado.

Pero siéntese, que me pone nervioso de tanto andar de un lado para otro.

Me gustaría unas últimas líneas, quizás usted pueda escribirlas por mí,  creo que ya no sé escribir o no me queda papel, no recuerdo cuál de las dos era. Me cuentan lo que sucedió y quiero que sepan lo que a mí me sucedió.

Pero siéntese, que me pone nervioso de tanto andar de un lado para otro.

Ya aquí no queda nada, tan solo paredes, yo ya estoy viejo y no quiero andar en peleas. Ya me cansé de todo eso, solo quiero retirarme en paz y al parecer es lo más difícil, ¿me escucha usted, señor periodista barato? Escriba, escriba, que quiero que lo sepan.

Pero siéntese, que me pone nervioso de tanto andar de un lado para otro.

Era blanca al principio y el sol lo iluminaba todo, era tan feliz, era tan mía. Y creo que fue oscureciéndose con los años, ya no brillaba y yo que no lo veía. Ay, si lo hubiera visto, no sé qué hubiera cambiado. Pero seguía siendo mía, ajada y sucia, pero mía. Y era mi mayor tesoro.

Pero ahora vienen y dicen que se la llevan, o mejor dicho, que a mí me llevan; ¿ya no es mía?, ¿cómo va a ser eso? ¡Estas manos la construyeron! ¿Acaso ya no hay valor en eso?

Dicen que no, que no me pertenece. Qué sabrán ellos, nadie sabe nada. Yo soy el dueño, ¿me escucha usted bien? Con suelo o sin él, me pertenece, me pertenece más que a nadie. Yo di mi vida a ella, ¿acaso alguien da más?

Que se trata de mi hogar, no de cualquier cosa, es mi hogar. Pero ya estoy viejo para peleas, que ganen la partida, que intenten robarme todo. ¿Qué importancia tiene ya? Yo la seguiré visitando, no  me importa que sea de lejos, y si Dios me quiere, pronto me dará la salida.

Ya se puede ir, lo echo como a mí me echaron, váyase que me quiero despedir. Esto a nadie le interesa. Ni siquiera a ella.


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog