No te lo imagines como un desierto porque no lo es. Este paraje natural, el Desierto de las Palmas, es un vergel. Los carmelitas lo eligieron por su soledad y silencio.
Las Agujas de Santa Águeda
Eran los Carmelitas Descalzos quienes designaban los nombres de los lugares que escogían para su retiro y oración. En estos ‘desiertos’ trataban de imitar el recogimiento interior y la soledad de los primeros ascetas cristianos del monte Carmelo de Jerusalem. Sin embargo, los parajes naturales escogidos eran siempre rincones con clima suave, muy alejados de los núcleos de población y con abundante vegetación y agua.
Este paraje natural solo tiene de ‘desierto’ aquello que los monjes carmelitas buscaban en el siglo XII para su retiro espiritual: silencio y una lujuriosa naturaleza en una sierra al lado del mar Mediterráneo.
En este recorrido por tierras de Castellón vamos a conocer el Desierto de las Palmas. Un lugar de escarpados relieves rocosos de rodeno de coloración rojiza en contraste con el verde intenso de su vegetación. Un paisaje inundado de un vibrante cromatismo.El monte Bartolo domina en la cima y desciende vertiginosamente, en apenas tres kilómetros en línea recta, hasta la propia costa castellonense. Un mirador privilegiado. Una encrucijada de caminos que rebosan soledad y silencio. Una sierra que nace desde el mismo mar y que resulta mucho más que una simple sucesión de montañas con espectaculares panorámicas. Es el hogar de numerosas especies vegetales que han ido tapizado la tierra y de los restos de muros que fueron cómplices de un pasado histórico muy intenso.Nos vamos adentrando tranquilamente en el Desierto de las Palmas y escuchamos el silencio que emana de sus caminos y barrancos. Porque existen momentos en los que necesitamos apartarnos de lo cotidiano. Cada uno busca su forma de hacerlo, su espacio o aquello con lo que se sienta identificado y este paraje natural bien podría ser para todos aquellos que amamos la naturaleza, un buen reposo para el alma, un respiro para la vista cansada y un soplo de brisa fresca para el corazón.Caminos que nos muestran pequeños retazos de Historia; senderos umbríos donde la naturaleza se muestra intensa o cimas donde el horizonte es intensamente azul…Porque en el Desierto de las Palmas todo tiene cabida. El peregrino no anda, vive la senda y lo recorrido. El fiel se cobija entre los muros de las ermitas y el monasterio para obtener la paz consigo mismo. Nos ofrece más de 3.000 hectáreas para que nos perdamos entre sus caminos y disfrutemos de la soledad. Senderos que esconden grandes sorpresas como fuentes, cuevas, castillos en ruinas, masías, ermitas y monasterios.
Ermita de la Magdalena
Un paraje natural que extiende su particular vergel por cinco municipios de Castellón: Bénicasim, Cabanes, La Pobla Tornessa, Borriol y Castellón de la Plana.Y la sobria figura del Monasterio de los Carmelitas bajo el Pico Bartolo no es la única que vamos a encontrarnos en estos caminos donde nuestras miradas van a absorber todo lo que van recorriendo nuestros pasos. Caminos alfombrados de verde y flores silvestres que nos ofrecen hasta nueve rutas de senderismo balizadas para poder escoger la nuestra.
Castillo de Miravet
Telón de fondo el de los dos castillos, Miravet y Montornés, de luchas entre cristianos y musulmanes donde el aprovisionamiento de agua era la pieza clave de la victoria.Y como creo que son dos rutas de senderismo muy interesantes para recorrer las haremos en otro momento dedicándolas toda nuestra atención. Abandonamos el sentido épico de este Desierto de las Palmas para abordar el espiritual.Tras la elección de los Carmelitas Descalzos como su propio ‘desierto’ en estas tierras vamos a conocer un poco lo que sucedió en estas montañas. Tenemos a los monjes que escogieron esta sierra como retiro espiritual en el año 1694 siguiendo las directrices de Santa Teresa de Jesús que afirmaba que los ‘desiertos’ estaban destinados a ser el hogar de los Carmelitas Descalzos.
Monasterio primitivo de los Carmelitas Descalzos
Pero esta decisión no estuvo exenta de problemas ya que los franciscanos consideraban que les iban a restar feligreses. Así que tuvo que poner orden el propio rey quién otorgó la licencia para que establecieran su monasterio en una vieja masía donde, al principio, solo vivió un monje. Otros, eligieron vivir en cuevas o pequeñas ermitas.Este es el caso del Hermano Bartolomé popularmente llamado Bartolo. Un hombre nacido en Huesca que eligió una pequeña cueva casi en la cima de la montaña más alta para vivir allí durante años. La montaña, que en su origen tenía otro nombre, pasó a llamarse Bartolo como homenaje cariñoso a aquel asceta que la eligió como retiro espiritual.
El Bartolo visto desde el Monasterio de los Carmelitas
Nuestras pisadas nos dirigen hacia uno de los lugares más escalofriantes de este paraje natural, las ruinas del primitivo monasterio que se encuentra en un barranco dominado por un espectacular paisaje. Las veremos a nuestra izquierda. No nos van a pasar desapercibidas…
Este mirador es el inicio del camino que lleva a los restos del monasterio
Serena belleza, intenso silencio y una soledad que nos invita a dejarnos llevar por todos los sentidos. Un rincón propio de leyendas donde nuestra imaginación no encuentra límite alguno. No vamos a poder acceder al monasterio porque está vallado en su totalidad pero merece la pena acercarse para contemplarlo.
Estas ruinas evocadoras formaron, en su día, un claustro, una hospedería y un palacio episcopal. Pero quiso el destino que así ocurriera que unas intensas lluvias provocaran un corrimiento de tierras que derrumbara el monasterio casi por completo. Por eso los monjes se vieron obligados a buscar un nuevo emplazamiento que eligieron a tan solo 500 metros del que había sido su hogar.Al lado de estas ruinas encontramos un poblado al que tampoco vamos a poder acceder debido a la altitud de sus muros.
Poblado abandonado al lado del monasterio primitivo
Tras el abandono del monasterio viejo se construyó el que podemos visitar. Un lugar sobrecogedor donde la presencia sobria del edificio te obliga a mantener silencio y acallar tus pasos.
Un lugar que, aunque nos llame la atención por su aislamiento y soledad, bulle de vida porque los monjes siguen preparando ejercicios espirituales. Aquí podemos comprar el típico Licor Carmelitano que tuvo su origen en el Desierto de las Palmas. Una bebida secreta que elaboró por primera vez un monje con las hierbas aromáticas recogidas en sus salidas diarias. Los alambiques que utilizaban así como alguna carta manuscrita de Santa Teresa de Jesús los podremos ver si acudimos al museo del monasterio durante el fin de semana.
Jardín del Monasterio de los Carmelitas Descalzos
Si vamos recorriendo estos caminos sin destino alguno más que disfrutar de la naturaleza nos encontraremos a nuestro paso varias ermitas pequeñas pero muy cuidadas. La Orden de los Carmelitas Descalzos conservó una profunda huella oriental. Muchos de sus monjes quisieron vivir apartados eligiendo cuevas o ermitas solitarias y diseminadas por estas montañas.
Quizás, es la Ermita de Les Santes la más grande y pintoresca por el barranco rodeado de vegetación en la que se encuentra. Para poder conocerla tenemos que subir por la carretera que parte desde el mismo pueblo de Cabanes siguiendo las indicaciones del Desierto de las Palmas. Un cruce a la derecha nos va internando en un profundo barranco por un camino asfaltado muy estrecho y de firme muy irregular que termina en la ermita. Esta vía fue la utilizada, antaño, por los madereros que trabajaban en este paraje natural.Una edificación al lado de un manantial y con una pequeña área recreativa con bancos y mesas.
Ermita de Les Santes
Se respira tranquilidad. Huele a tierra mojada porque no hace mucho que ha llovido. Este es uno de los enclaves del ‘desierto’ más umbrío. Pero también uno de los más desconocidos porque está muy alejado de otras rutas de senderismo marcadas. Recorriendo estos senderos que hay alrededor de la ermita y, si el bosque de pinos y el matorral bajo nos lo permite, vamos a poder ver en lo más alto como se recortan las crestas de rodeno rojizo con las calizas.
Por el verde tan profundo de esta vegetación nos da impresión que en algunos rincones el sol apenas calienta durante algunas horas. Una ruta de senderismo que nos lleva a la cima de Bartolodonde, en su parte más baja, podemos disfrutar de diferentes manantiales y una vegetación lujuriosa. A pesar de los incendios que han castigado esta zona en su parte más alta, aún se conservan ejemplares de robles, helechos y madroños. Merece la pena dedicar unas horas de nuestro tiempo para recorrer estos caminos. De vez en cuando escucharemos corretear el agua. Seguro que hay algún manantial muy cerca.Y buscamos la cima del Bartolo. Absortos por las aves que vuelan tardamos en descubrir el paisaje que se despliega ante nuestra mirada. Debajo, un enorme precipicio que se desploma hasta el fondo del valle en su trayecto hacia el mar. Podemos admirar las espectaculares Agujas de Santa Águeda, esos picos afilados de rodeno superpuesto. En sus laderas crece el único bosque de alcornoques del Desierto de las Palmas. Salpicando el verde, masías, norias y molinos.Atalaya que a 729 metros de altitud nos muestra un espectacular lienzo de montañas, pueblos y costa. El mar solamente lo tenemos a tres kilómetros en línea recta.Si giramos hacia el norte vemos la figura del castillo de Miravet. Y al fondo, las montañas del Maestrazgo y el Penyagolosa. Si miramos hacia el sur y el cielo está limpio podremos adivinar, metido en el mar, la silueta del cabo de San Antonio y la figura del Montgó (Denia).
Castillo de Montornés
Solo nos queda escuchar el silencio, recibir en nuestra piel los rayos de sol, cerrar los ojos y disfrutar.Y descendemos…Cuentan que también hay otra ruta de senderismo muy hermosa para recorrer porque es muy umbría y con gran presencia de agua. Es el Sendero de las Fuentes. Un recorrido de siete kilómetros de ida y vuelta que comienza en la fuente de San José caminando entre lavandas, madreselvas, enebros y encinas. El camino lleva hasta la fuente del Roc que es un espectacular manantial de aguas cristalinas. Entre chopos y olmos se puede ir ascendiendo hacia las Agujas de Santa Águeda.
Brezo
Palmito
Salimos de nuevo a la carretera que nos lleva hacia el Monasterio de los Carmelitas y seguimos avanzando en dirección hacia Castellón de la Plana. Unos metros después y a nuestra derecha, encontramos una pista forestal muy amplia. Un cartel nos indica que pertenece al Camino de Santiago. Si la tomamos comenzaremos un fuerte ascenso que nos llevará a la cima del Bartolo. En este camino también vamos a encontrar alguna ermita y unas vistas impresionantes hacia el mar.
Dejamos atrás el camino para terminar nuestro recorrido por el Desierto de las Palmas en la Ermita de la Magdalena y el Castell Vell.Esta pequeña y blanca ermita se encuentra en lo alto de un pequeño montículo rodeado por un frondoso bosque de pinos. En su ladera podemos sentarnos y reponer fuerzas porque también hay un área recreativa con bancos y mesas diseminadas por este rincón. Además, me parece interesante comentar que este lugar de descanso está acondicionado y es accesiblepara las sillas de rueda.
Ermita de la Magdalena
La ermita, a la que llegamos tras un ligero y corto ascenso, es el punto de reunión de los castellonenses. Con la Romería a Les Canyes conmemoran la fundación de la ciudad de Castellón a orillas del mar en el siglo XIII gracias a un privilegio de Jaime I.
Dominando esta pequeña edificación se encuentra el Castell Vell. Esta fortificación fue el hogar de los pobladores que, más tarde, fundarían la ciudad de Castellón.Paseamos entre sus ruinas viendo el horizonte azul. El mar de color turquesa y las playas de fina arena blanca.
Castell Vell
Así que, nos colgamos mochila a la espalda con suficiente aprovisionamiento de agua, botas de montaña, gorra, cámara fotográfica y... ¿Vamos?