Desmarca personal
Estamos en un momento en que la esquizofrenia domina nuestra sociedad. Sumergidos en la pecera pública sentimos la presión crearse una marca, por destacar, por salirse de la norma, pensar fuera de la caja y ser el próximo líder del mundo libre, o de la empresa o de la comunidad de vecinos, cuanto más alto mejor, cuanto más grande más importante. Mensajes reiterativos sobre como construir tu marca, como identificar tus habilidades. Estrategias de comunicación con un enfoque más centrado en la forma que en el mensaje, nadamos en un mundo lleno de frases que quizás en un pasado portaban un significado pero que ahora, son simple estandartes vacuos del nihilismo cultural en el que sobreviven nuestras conciencias.
Las personas, gente normal y corriente, descubren con pesar que detrás de estos mensajes, estos constructos orientados más a destacar que a crear una función útil, son una prostitución del lenguaje y la droga más adictiva para nuestras endebles personalidades y siempre volvemos buscando más. Una pequeña dosis extra que nos infle el ego, nos llene de vítreas esperanzas sobre un yo mejorado que sabemos que no existe tal y como lo dibujan, y a fuerza de renunciar a nosotros, desaparece como el viento en la mañana.
Cuando somos conscientes, cuando conseguimos pausar el mundo y aislarnos de el para reflexionar sobre nosotros mismos percibimos que la cadena que alimenta la cadena del quién soy, que comunico, que reciben y que entienden está llena de parásitos, atractores extraños y toda una suerte de elementos que prostituyen y desvirtúan lo que realmente somos. Hemos pasador de ser a ser sidos, nuestro yo no nos pertenece y ha caído bajo el peso del escrutinio de la masa, sea esta grande o pequeña, donde cada elemento es diseccionado de forma aislada y sin contexto, hurtando a nuestro mensaje del andamio que le otorga estructura y significado. Y en este mar de contradicciones, influencias, sesgos y medias verdades, campan como antaño los piratas de la imagen y de la palabra, que a semejanza de sus antepasados, saquean, asesinan y venden al mejor postor cualquier atisbo de conocimiento y de verdad.
Si esto no fuera negativo, el problema empieza con nosotros mismos. Ya no sabemos quienes somos ni que queremos, con suerte podemos llegar a distinguir entre los mensaje que nos llegan, con cual podríamos estar menos en desacuerdo. Y siguiendo los mensajes que no nos convencen pero no nos desagradan, edificamos lo que los demás creen que deberíamos de ser, dejando de lado lo que realmente somos. En este viaje a la autorealización por exposición, nos olvidamos de nuestro Ello sumergiendo nuestro Yo en la salsa, no del Super Yo sino del alienador colectivo que encharca nuestro conocimiento propio, que ahoga nuestro verdadero ser y nos lleva a una insatisfacción vital que no cesa de crecer cuanto más intentamos saciarla.
Por eso, para construir tu imagen, para saber quién eres, qué quieres y cual es tu aspiración en la vida has de apagar tus sentidos. Olvidar la sociedad, internet, la comunicación y todo contacto con el mundo irreal y centrarte en las personas que están a tu lado y que más que pedirte te escuchan, que más que aconsejar te consuelan, y que no deciden por ti sino que simplemente te presentan los datos para que decidas.
Si haces este pequeño, pero costoso, paso, podrás volver al mundo real, al mundo hiperconectado con algunas herramientas para poder navegar con tu verdadero ser sin ser arrollado por las tormentas causadas por esa pequeña mariposa que agita sus alas en Tokio.
Por último, destacar que este post ha venido inspirado gracias Neus Arqués, la cual he tenido el placer de conocer y de las pocas en los que su mensaje refleja lo que realmente es y sabe.
Película: The Hunger
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