Mil años después, llega...
Capítulo 3: Noche Alemana en París
Iba a seguir con esto antes, pero me dije: hey, tienes el guión de la película en tus manos. Espérate para seguir cuando lo hayas leído, total, cinco meses antes, cinco meses después...La semana pasada, de viaje de unas ~maravillosas vacaciones~, me llevé mi guión querido y lo leí. Y cada vez me gusta más esta puta película. Pero vamos al capítulo 3.
Me parece muy bien que le reconozcan a Christoph Waltz la perfecta actuación que hace del grandísimo Hans Landa. Ahora, ¿¿por qué se olvidaron de Mélanie Laurent y su Shoshanna?? Para mí, está a la par que Waltz, y el personaje es el más profundo de toda la película. Al menos, yo lo veo así.
En este capítulo conocemos a Shoshanna, aquella chiquilla que huyó después de que Landa asesinara a sangre fría a toda su familia, y que sobrevive hábilmente en la París ocupada por los nazis, en su cine. Que no falten las referencias cinéfilas o las muestras de amor al cine por parte de Quentin. Y aparece el personaje de Daniel Brühl, un soldado alemán que luego descubriremos que, además, es un héroe de guerra y estrella de la nueva película de Goebbels. Y se acerca a Shoshanna, con buenas intenciones. Claramente, él se siente atraído por ella. Toma ya, un joven y amable soldado nazi ligando con una judía que intenta ocultar que lo es después de que un nazi matara a su familia. ¿Podría ser mejor? Sí. Aunque Shoshanna no quiera, algo en él le gusta. No hace falta que lo diga, no hace falta que deje de mostrar que no está cómoda y que siente repulsión por su uniforme. Hay algo (Tarantino lo indica en el guión, y en la película con la expresión de Mélanie Laurent es suficiente para que lo notemos).
El joven soldado nazi se encuentra a Shoshanna, y vuelve a hablar con ella. Ella lo rechaza, pero insisto: algo hay. Algo impensable, peligroso, una locura. ¿Un soldado nazi tirándole los trastos insistentemente? Vaya tela. Un soldado nazi pidiendo que se le juzgue por algo más que por un uniforme. Bueno, al fin y al cabo, ¿no querrían los judíos que no se les juzgara solo por ser judíos? Pero coño, él es un puto nazi. Aunque le gusta ella. Esto no puede acabar bien.
Después, una de mis escenas favoritas de la película. Liada suma: unos nazis aparecen en el cine de Shoshanna y la obligan a ir con ellos. La cara de ella es un poema. Llega a un restaurante: Daniel Brúhl (lo siento, se me olvida el nombre del personaje, los nombres alemanes son complicados) la espera, y agradece que haya aceptado su "invitación" para reunirse con él. ¿Y con quién está él? Con el mismísimo Goebbels (y su amante e intérprete). Jo-der. Una judía allí, sentada en la mesa de uno de los grandes del régimen nazi, por culpa del soldado nazi que quiere con ella. Y todavía se complica más la cosa: Daniel Brühl quiere estrenar su película en su cine. Estreno nazi en el cine de una judía. En serio, es que es todo taaaaaaaaaaaaan fuerte. Tensión, tensión, tensión.
Pero todo puede empeorar más: aparece Hans Landa. Si en la primera escena de la película, Tarantino sabía transmitir la tensión gracias al ritmo pausado y la presencia de Hans Landa, aquí se sirve de nuevo de Landa, y del duelo interpretativo. Hans Landa, por un lado, haciéndote sentir que lo sabe todo, que sabe quién es ella. No sabes cómo ni por qué debe saberlo, ni qué va a hacer, pero seguro que lo sabe. Ella: el terror en una mirada, intentando contenerlo. Me rindo ante Mélanie Laurent en esta escena, de verdad. Se quedan solos. Hans Landa habla. Te da la sensación de que cada cosa que dice, le va a llevar a descubrir la identidad de ella. Hable de lo que hable, aunque use ese tono cordial y agradable. Y notas que ella siente lo mismo: y se te contagia su miedo, su nerviosismo.Hans Landa insiste en tomar un postre. No quiere que ella lo pruebe hasta que llegue la nata. Según leí, los judíos no pueden mezclar esos dos alimentos (supongo que será verdad). Vaya cabronazo. Finalmente se va, sin muestras de que quiera ir a joderla, de que sepa quién es. Pero no nos quedamos tranquilos, sabemos que lo sabe. De alguna manera, lo sabemos. Shoshanna deja escapar todo lo que ha estado conteniendo mientras estaba con Landa. La angustia que transmite es tremenda.
Solo le ha hecho falta dos personajes (y dos actores tremendos) y una conversación sobre nada en particular para crear una atmósfera de tensión y nerviosismo como pocas. Cuando la vi por segunda vez, aunque sabía que no iba a pasar nada, no pude evitar sentir lo mismo. Es tremendo el poder de Landa, cómo te identificas con Shoshanna. Genial.
Y el capítulo de presentación de Shoshanna no podía acabar mal. Junto con Marcel, su pareja que trabaja en el cine, decide que van a rodar una película. Para los nazis. ¿De qué película hablará? ¿Cómo será? Bah, lo que te dé por imaginar no va a ser ni la mitad de épico que luego resulta ser.
Ah, bueno, y dice que va a incendiar el cine la noche del estreno, que las películas hechas con nitrato son muy inflamables. Detalle sin importancia que promete un final de mierda, sí. Forma muy poco interesante de acabar el capítulo y una manera malísima de hacerte sentir interés por el personaje de Shoshanna y su venganza (venganzaaa, venganzaaaaaaaaaaaaaa....de una mujer de los pies a la cabeza. Quiero ser un personaje femenino de Tarantino, quiero ser poderosaaaaaaa).
Ya solo quedan dos capítulos. El último es para hacer una fiesta con confeti y piñata de lo supa dupa ~awesome~y ~epic~ que es.