Revista Sociedad

Desmontando los “Realities”

Publicado el 26 noviembre 2012 por Elvolumendelaarmonia @elvolumendelarm

Como medio independiente, El Volumen de la Armonía es consciente de la crisis actual que amenaza con devorar y destruir los años presentes y futuros de los medios de comunicación tradicionales. Desde 2008, más de 6000 periodistas se han quedado en paro, 1400 empleos se han perdido solo en el año que estamos a punto de acabar y casi todos los grandes medios no se han librado del temido ERE para recortar plantilla.

Apretar el cinturón hace que las cadenas de televisión busquen fórmulas de programación que les permita reducir costes y seguir aumentando los beneficios. La solución a todos sus males la han encontrado en un formato de programas, muy popular en los últimos años, conocido como “Telerealidad” (o “Reality Show” en inglés, para que se note que somos gente con idiomas). Estos formatos consisten en mostrar lo que les ocurre a personas reales como cualquier mortal que habite en la Tierra, en contraposición con las emisiones de ficción (algunas de ellas son tan fantásticas que ya no se las creen ni sus guionistas).   

Desmontando los “Realities”
Este tipo de programas destacan por unos costes de producción relativamente bajos (el bolsillo de los directivos televisivos permanece lleno al no tener que pagar guionistas ni actores), a cambio de altos índices de audiencia, lo que se traduce en más inversión publicitaria por parte de los anunciantes. O lo que es lo mismo: “más por menos”.

El grupo mediático “Mediaset España” es el líder a la hora de crear y ofrecer este género a todos los televidentes sedientos de ver en sus pantallas lo que les ocurre a personas normales y corrientes, en definitiva, gente que sufre, ríe, ama y vive como cualquiera de ellos.

En contra de lo que pueda pensar la mayoría de la gente, la “Telerealidad” lleva tiempo copando las pantalla de medio mundo (no ha surgido hace poco ni es un género de reciente creación). El primer programa de este tipo vio la luz en EEUU, en agosto de 1948 bajo el título “Candid Camera” y consistía en bromas de cámara oculta a víctimas de todas las edades y condiciones.

Mucho ha llovido ya desde que en 2001, la cadena Telecinco del citado grupo italiano, emitiese por primera vez el programa que consagraría y definiría su apuesta de ocio para todos los españoles, nos referimos a “Gran Hermano”, esa suerte de concurso donde se premia con cantidades indecentes de dinero a un grupo de personas (por poner un nombre) con la única meta de no mover un dedo durante casi tres meses e incitar la discusión y la bronca solo para que los audímetros les muestre jugosas cotas de audiencia. La primera edición tuvo la excusa de escudarse bajo “experimento sociológico y psicológico”, pero la cosa ha degenerado después de 12 ediciones hasta el límite mental y físico de buscar a la persona más peculiar y extraña de toda la geografía española por parte de sus productores (cada año lo tienen más difícil, pero siempre consiguen superarse).

Otros programas más imberbes (en cuanto a temporadas se refiere) pero que cosechan grandes porcentajes de audiencia son “Quién Quiere Casarse con mi Hijo”, donde madres sufridas y desesperadas buscan en la cadena Cuatro la última esperanza para deshacerse de hijos con una edad más que respetable para abandonar el nido y serios problemas de madurez. A través de citas, amores, pasión y consejos maternales los citados hijos deben buscar a su princesa de cuento o a una “calienta-braguetas” con aspiraciones a portada de “Interviú” y que sufren el desprecio y desdén de las madres de los candidatos (como dice el dicho, “madre no hay más que una”, aunque ellas también tienen derecho a vivir).                                                                    

Desmontando los “Realities”
Para cerrar los ejemplos de este género televisivo no se puede dejar de lado la apuesta de otras cadenas en la inversión (y de paso ahorro de presupuesto) de este tipo de programas. La cadena de televisión “La Sexta” ha inaugurado dentro de su oferta el programa “Pesadilla en la Cocina” que se aleja bastante de los dos ejemplos anteriores y ofrece un toque de aire fresco a la “Telerealidad”. El Chef de reconocido prestigio, Alberto Chicote, recorre los cuatro puntos cardinales de la Península Ibérica para reflotar restaurantes que van a la deriva por culpa de la incompetencia de sus dueños, la falta de calidad en sus productos y servicios o la falta de organización. Chicote demuestra en el programa que regentar un restaurante no es cosa fácil y que, como dice la famosa frase cinematográfica, “La fama cuesta, y para conseguirla hay que sudar” (nunca mejor dicho si de cocina y fogones va la cosa).

Como hemos demostrado con este artículo la oferta de “Teleralidad” es muy variada, así que ahora toca a cada uno ponerse cómodo en el sofá, encender la televisión y elegir el programa que más guste. You choose.

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