Revista Cultura y Ocio
Quizás el mito más insistentemente repetido en referencia a la historia antigua de la Península Ibérica sea, precisamente, el que tratamos hoy aquí. Trataré de mostrar, con esta presentación, la realidad que se esconde tras lo que podríamos definir como una “leyenda de base histórica“ que ha llegado a nuestros días.
Es bastante conocido el hecho de que en la zona que ocupa la actual zona occidental de Andalucía, y más concretamente en torno a la desembocadura del Guadalquivir, se habría desarrollado una brillante civilización que se habría caracterizado por su cultura, su arte, y sobre todo su extraordinaria riqueza. De esta manera, se presenta una civilización que, teóricamente, habría desaparecido, finalmente, ante la avidez de riqueza de el pueblo fenicio. Sin embargo, toda esta imagen, que perdura en nuestro imaginario colectivo, no es real.
En realidad, toda esta visión es muestra de la obra del alemán Adolf Shulten. Éste, deseoso de realizar un descubrimiento tan significativo como el que en su época había realizado el célebre Schliemann con Troya, había mostrado la existencia de toda una civilización en una investigación para la cual utilizaría textos clásicos, que hablaban este mítico territorio en Occidente, territorio sobre el cual los autores de dichas fuentes ni siquiera se ponían de acuerdo en torno al lugar exacto donde se encontraba y cuya fiabilidad, en referencia a este tema, no era muy alta. De esta forma Shulten creó una visión de la que los historiadores tratan de alejarse en la actualidad. Muchos de ellos sostienen que Tartessos, como tal, ni siquiera existió y, si existió, se aleja mucho de esta imagen de reino fabuloso que se nos ha querido transmitir. Piezas como las del tesoro de Carambolo mostrarían, sin embargo, no la presencia de un poderoso reino, tal y como se ha señalado frecuentemente, sino el rico fruto producido por la influencia de la cultura fenicia sobre los pueblos indígenas, por lo que más que un producto puramente indígena hoy se prefiere hablar de mezcla cultural, de un proceso conocido como “orientalizante”.
La causa de la transmisión de este mito, sin embargo, planteará dudas a nuestros lectores. ¿Cómo es que si los especialistas sobre el tema son conscientes de todo esto esta información no ha llegado al gran público? Las causas son en gran medida ideológicas: Tartessos, cuya imagen en época de Shulten se difundió de manera muy rápida, tanto porque mostraba una imagen brillante del pasado hispano como por su indudable exotismo, ha servido a intereses de exaltación nacionalistas desde su creación hasta la actualidad.
En conclusión el mítico reino de Tartessos no corresponde , en realidad, con esa imagen que se nos ha vendido siendo, tal y como suele ocurrir en el campo de la ciencia histórica, una realidad mucho más compleja y difícil de entender de lo que comúnmente se cree; un problema sobre el que los mayores especialistas distan aún mucho en ponerse de acuerdo.