Revista Historia
Siempre que se hace referencia a la monarquía israelita se acaba mencionando los gloriosos reinados de David y Salomón. Ampliamente exaltadas por varios libros del Antiguo Testamento, en las figuras de estos monarcas se confunde la Historia con la leyenda.
El hecho de que la Biblia haya sido interpretada durante mucho tiempo como un texto histórico llevó a que apenas se discutiera la imagen que de la casa de David y de los personajes ya citados que aparecen en obras como el Segundo Libro de Samuel.
Sin embargo, a partir del siglo XVIII, la crítica a los textos bíblicos y la búsqueda de pruebas materiales que sostuvieran lo afirmado por estas fuentes dieron inicio a una tendencia que llega hasta la actualidad. Es ahora cuando autores tan señalados como Finkelstein ponen en duda la importancia de dicha monarquía mientras que otros especialistas incluso llegan a dudar de la existencia de la misma.
Especialistas en lo que se ha venido a denominar como “arqueología bíblica” identificaron una serie de edificaciones que corresponderían, según su interpretación, a época salomónica y que confirmarían el esplendor que, tradicionalmente, se le atribuye a esta etapa. Pero Finkelstein niega la cronología que presentaron estos arqueólogos y defiende que estas construcciones (es el caso del célebre yacimiento de Megido) son posteriores. Además, añade, la zona de las cercanías de Jerusalén se encontraba poco poblada y era extremadamente pobre en esta etapa. Ésta zona no adquiriría una densidad demográfica importante hasta unos dos siglos después de Salomón, cuyo reinado se estima en el siglo X a.C. En este momento Jerusalén es, aún, poco más que un pueblo, imagen muy lejana de la metrópolis que se presenta en el A. Testamento.
La escasa importancia de esta ciudad queda testimoniada por una carta de un reyezuelo local de la época, el señor de Arad, que señala que Jerusalén no tiene jurisdicción sobre su territorio. Esto muestra la debilidad de Jerusalén si tenemos en cuenta la cercanía de esta plaza con respecto a la capital de la monarquía davídica. Clave es, también, la inscripción de Kuntillet Ajrud que hace referencia a algunas de las ciudades mas importantes de la zona y que no nombra entre ellas a la que, siglos después, sería considerada Ciudad Santa. Además, vemos como durante la campaña en este territorio del faraón Sheshong éste atacó las ciudades de la zona pero no Jerusalén. De haberse tratado de una ciudad importante seguramente el señor de Egipto no hubiera desaprovechado la oportunidad de atacarla. Por tanto, lo más seguro es que esta zona estuviese poblada por una serie de ciudades estado que competirían entre sí por el control de los productos llegados desde el norte.
Todos estos elementos insinúan que la imagen que tenemos de los gloriosos inicios de la monarquía israelí nos han llegado bastante distorsionados. Pero aún hay más elementos que aumentan esta polémica.Mucho más en... http://selvadelolvido.blogspot.com/