Presentando ‘Con la vida a cuestas’ en El Centre, Ateneu Democràtic i Progressista de Caldes de Montbui. Foto: Lucía Pastor
Soy ambicioso, puede que incluso pretencioso o, simplemente, ingenuo. La línea que separa conceptos aparentemente tan diferentes es delgada. Me explico, aunque el razonamiento no es ni mucho menos novedad entre los que pueblan ‘la recacha’.
Soy ambicioso porque mi objetivo como escritor es llegar a vivir de mis creaciones. (Puede que) pretencioso porque no voy a negar que sueño con salas llenas de lectores satisfechos y otros potenciales atentos a mis palabras… Te he oído, me has llamado ingenuo.
En realidad las cosas no son tan categóricas. Creo que ya conozco suficientemente bien cómo funciona el negocio editorial como para descartar la ingenuidad. En cuanto a los otros dos calificativos, es evidente que sería absurdamente pretencioso si esperara que con dos novelas autopublicadas a mis espaldas el mundo de la literatura (incluyendo, por supuesto, a los lectores) se postrara a mis pies. Todo se relativiza cuando incorporamos el elemento tiempo a la ecuación. No tengo prisa y, sí, soy ambicioso. Realista pero ambicioso.
Sabía que el sábado vendría poca gente a la presentación de Con la vida a cuestas en Caldes de Montbui. Sin embargo, consideraba que era una prueba necesaria. Ya he vivido alguna otra presentación en familia y, la verdad, tiene poco sentido hablarle de tus libros a las paredes. Pero de vez en cuando resulta útil poner a prueba la capacidad de convocatoria de uno.
Hace tres años que vivo en Caldes. Hasta hace poco no me conocía nadie ni, por supuesto, nadie sabía que escribo novelas. Ahora ya no soy un absoluto desconocido, pero, claro, la gente no tiene por qué morirse de ganas de oírme hablar sobre mi carrera literaria.
Eso es básico: ser consciente de que hay infinitas actividades de ocio en fin de semana más interesantes que acudir a una presentación literaria. Los escritores (y más los desconocidos) deberíamos tenerlo más que asumido para evitar frustraciones y tentaciones estúpidas como la de creer que el mundo conspira contra nosotros.
De todas formas, no voy a negar que en el fondo tenía la esperanza de contar con una audiencia más numerosa. La esperanza y la ilusión son muy necesarias para llevar adelante cualquier proyecto, incluidos, claro, los que se enmarcan en el ámbito literario.
Cuando hablo de poner a prueba la capacidad de convocatoria me refiero a que, básicamente, no me gusta hacerme pesado. Mi familia y amigos ya saben que escribo, compran mis novelas y me apoyan siempre que tienen la ocasión. Podría haberles dado la tabarra para que vinieran el sábado a Caldes. Es posible que recurriendo al chantaje emocional hubiera conseguido que el Cafè del Centre presentara un aspecto magnífico, lo que habría proporcionado unas fotos hermosas de las que presumir. Pero, insisto, no me gusta ser pesado.
Muy bien acompañado, junto a Marc Pujol y Raquel Puig. Foto: Lucía Pastor
Mi objetivo con la presentación en Caldes era comprobar que, efectivamente, me encuentro al inicio del camino. Que no he hecho más que empezar y, por consiguiente, lo que toca es seguir trabajando con honestidad y empeño, y, muy importante, agradecer cualquier muestra de apoyo. La docena de personas que se acercaron a escucharme el sábado, incluyendo, por supuesto, a los amigos del Tast de Lectures, organizadores del encuentro, merecen todo mi cariño.
Joan, Marc y Raquel se volcaron con el acto, dedicándome su tiempo y las bonitas palabras que podéis escuchar en la grabación (en catalán).
http://www.ivoox.com/presentacio-con-vida-a-cuestas-a_md_8783184_wp_1.mp3Soy optimista. Lo soy por naturaleza, respecto a mi carrera literaria y, en concreto, respecto al recorrido de Con la vida a cuestas. De la primera tirada de 225 ejemplares me queda un stock de 67. De entre los que he distribuido en una veintena de librerías y los que me han comprado directamente a mí, me constan alrededor de un centenar de ventas. Están muy lejos de considerarse números deslumbrantes, pero teniendo en cuenta lo moderado que soy a la hora de promocionarme, no está mal. Si sumamos las aproximadamente 250 ventas de El viaje de Pau en papel, creo que puedo considerarlo un buen inicio.
En digital hay que añadir alrededor de un centenar de descargas. Reconozco que hasta ahora no he sabido encontrar la clave para explotar el potencial de Amazon, aunque “sospecho” que tiene que ver con lo poco que me gusta molestar en las redes sociales ofreciendo mis fantásticos libros. Otros autores sí lo hacen, constantemente, e imagino que a alguno debe funcionarle.
Me gustaría vender más libros (acabo de descubrir la pólvora, ¿eh?). Estoy convencido de que todo llegará, pero si lo digo ahora es porque hace un mes anuncié que la totalidad de los ingresos por descargas y el 50% de las ventas en papel los destinaría a ACNUR y Médicos Sin Fronteras. Hace un par de días un hospital de MSF en Afganistán era bombardeado por la aviación estadounidense. Las bombas asesinaron a 22 personas, entre personal humanitario y pacientes. Nadie quiere asumir la autoría del ataque y nadie exigirá a Estados Unidos nada más que una tibia disculpa.
De poco van a servir los 52 euros que voy a donar a la ONG. Apenas les dará para levantar algún escombro. Qué fácil es destruir.
ACNUR recibirá la misma cantidad. La “culpa” la tienen las diez personas que han comprado Con la vida a cuestas, las tres que se han hecho con El viaje de Pau, y los 19 euros en royalties por descargas en Amazon de ambas novelas y Cartas a un escritor, que firmo junto a Toni Cifuentes.
A ver si el mes que viene puedo aportar una cantidad más importante.
Aprovecho para recordar que Con la vida a cuestas ha sido seleccionada por Amazon para la campaña #AutopublicaConKindle, de manera que durante todo el mes encontraréis el ebook tirado de precio.