No era el momento de regalar distancias.
Siempre supiste hacerlo todo
de la forma correcta
y si hoy decides irte
te acompañaré
aunque sea pisando tu sombra.
Perdón por equivocarme,
por no escucharte,
por sentirme molesta contigo
cuando llevabas la razón,
perdón por fallarte
cuando no me quiero,
cuando soy un desastre,
perdóname por el tiempo que no te dediqué,
por las llamadas perdidas
y los mensajes sin contestar.
Sí,
hoy me siento mal
no tienes que preocuparte
es el precio que pago por quererte tanto.
Ahora te extraño
más que nunca.
Ahora que no te tengo.
Ahora.
Y aquí o donde sea que no estés.
Ya tengo una razón más para amar el cielo,
como si antes no fuese suficiente.
Pero justo ahora
es más azul,
más infinito,
más tuyo.
Mi pedacito de cielo
te amo
por el resto de la vida
que vivo sin ti.
Por: Daniela Paz
Isla
Aunque estoy a punto de renacer,
no lo proclamaré a los cuatro vientos
ni me sentiré un elegido:
sólo me tocó en suerte,
y lo acepto porque no está en mi mano
negarme, y sería por otra parte una descortesía
que un hombre distinguido jamás haría.
Se me ha anunciado que mañana,
a las siete y seis minutos de la tarde,
me convertiré en una isla,
isla como suelen ser las islas.
Mis piernas se irán haciendo tierra y mar,
y poco a poco, igual que un andante chopiniano,
empezarán a salirme árboles en los brazos,
rosas en los ojos y arena en el pecho.
En la boca las palabras morirán
para que el viento a su deseo pueda ulular.
Después, tendido como suelen hacer las islas,
miraré fijamente al horizonte,
veré salir el sol, la luna,
y lejos ya de la inquietud,
diré muy bajito:
¿así que era verdad?
Por: Virgilio Piñera