Revista Opinión

Despertar

Publicado el 02 mayo 2013 por Carmentxu

Tener un Gobierno como el que preside Mariano Rajoy es como tener una alucinación, un mal rollo, una pesadilla de esas que, una vez ha sonado el despertador a primera hora de la mañana, perturban los últimos minutos de remoloneo, la última concesión a la pereza.

El Gobierno espera con paciencia, y la pide también a los desesperados por sus recortes en dependencia, en Sanidad, a los parados actuales y futuros de larga duración, pero los tiempos corren a distinta velocidad para unos y otros. Y es que no es lo mismo esperar pacientemente mientras se disfruta de un más que suculento salario y a sabiendas de que una vez acabe el chollo se va a disfrutar más todavía de una pensión vitalicia también de alto calibre, que esperar cuando no se llega a final de mes y las ayudas no dan para pagar ni los servicios esenciales. Cuando te van a arrebatar las cuatro paredes en las que vives o cuando tus hijos, tus padres no acaban de saciar el hambre.

Cafe+revolucion
Pero eso a ellos no les incumbe y no les afecta en su día a día. Cuando no viven en sus casas, lo hacen en un coche oficial con doble cristal. Dentro suena una cantinela de asesores eternamente agradecidos, y pelotas por tanto, por haber sido los elegidos para “esta oportunidad”. Solo esperan que la recesión amaine por arte de magia, dado que ellos no hacen nada para influir, y también, la Virgen del Rocío tendría mucho que objetar, que otros les saquen las castañas del fuego, mientras ellos permanecen sumisos, sin voluntad. Lo último es ir a rebufo de Francia e Italia, que acaban de formalizar un frente común contra la austeridad para revitalizar el crecimiento económico y, por tanto, el paro. Y cuanto más silenciosos estén ellos que nos representan, más invisibles nos volvemos, menos decisivos, menos hasta casi cero. Como las pesadillas que viven en la frontera de la noche y el día. Y cuando nos levantamos y empezamos a despertarnos con el primer café, a enfocar, solo entonces empezamos a tomar conciencia, a ser persona. Las pesadillas se volatilizan y con ellas sus monstruos. Buenos días.


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