Tener un Gobierno como el que preside Mariano Rajoy es como tener una alucinación, un mal rollo, una pesadilla de esas que, una vez ha sonado el despertador a primera hora de la mañana, perturban los últimos minutos de remoloneo, la última concesión a la pereza.
El Gobierno espera con paciencia, y la pide también a los desesperados por sus recortes en dependencia, en Sanidad, a los parados actuales y futuros de larga duración, pero los tiempos corren a distinta velocidad para unos y otros. Y es que no es lo mismo esperar pacientemente mientras se disfruta de un más que suculento salario y a sabiendas de que una vez acabe el chollo se va a disfrutar más todavía de una pensión vitalicia también de alto calibre, que esperar cuando no se llega a final de mes y las ayudas no dan para pagar ni los servicios esenciales. Cuando te van a arrebatar las cuatro paredes en las que vives o cuando tus hijos, tus padres no acaban de saciar el hambre.
Pero eso a ellos no les incumbe y no les afecta en su día a día. Cuando no viven en sus casas, lo hacen en un coche oficial con doble cristal. Dentro suena una cantinela de asesores eternamente agradecidos, y pelotas por tanto, por haber sido los elegidos para “esta oportunidad”. Solo esperan que la recesión amaine por arte de magia, dado que ellos no hacen nada para influir, y también, la Virgen del Rocío tendría mucho que objetar, que otros les saquen las castañas del fuego, mientras ellos permanecen sumisos, sin voluntad. Lo último es ir a rebufo de Francia e Italia, que acaban de formalizar un frente común contra la austeridad para revitalizar el crecimiento económico y, por tanto, el paro. Y cuanto más silenciosos estén ellos que nos representan, más invisibles nos volvemos, menos decisivos, menos hasta casi cero. Como las pesadillas que viven en la frontera de la noche y el día. Y cuando nos levantamos y empezamos a despertarnos con el primer café, a enfocar, solo entonces empezamos a tomar conciencia, a ser persona. Las pesadillas se volatilizan y con ellas sus monstruos. Buenos días.