Cuando vio las fotos de unas piernas de maniquí dentro de unos maravillosos zapatos envueltas para regalo nada le llamó especialmente la atención. Cada día recibimos una media de 3.000 impactos publicitarios y estamos curados de espanto. Después, estalló la polémica. Y se vio obligada a recapacitar. Les habla del nuevo calendario que ha creado la firma de zapatos de las suelas rojas. El mismo creador francés que ya ha manifestado más de una vez su desprecio hacia la comodidad de las mujeres afirmado que una señora que vaya calzada plácidamente le recuerda a una enferma hinchada y en cama.
Así que esa foto dice mucho más. Es como si, al fin, el diseñador se hubiese librado del resto de la mujer que le molesta. La parte de la mujer que se queja, que piensa, que tiene tronco, vaya. El hecho de conceptualizar a la mujer como un objeto, desnaturalizarla, desposeerla de belleza, despersonalizarla es una forma de violencia. Coño, es que en sentido estricto, han descuartizado a la modelo. De plástico, sí, pero amputada al fin y al cabo.
Foto: Louboutin
De acuerdo que la moda sufre una crisis brutal, que hay que destacar a toda costa. Que es creación, inspiración, disrupción, a toda costa pero no hemos de olvidar que también es un negocio. Y que este señor diseña para mujeres. Para las mismas que cosifica. También es cierto que nadie obliga a las mujeres a encaramarse a una plataforma de vértigo y tacón de aguja hasta hace años privativos de las señoritas que fuman. Pero si esos zapatos, por el simple hecho de llevar una suela roja, cuestan más que el sueldo mínimo interprofesional, la empresa debería vigilar sus comunicaciones. Para muchos aquello de la Responsabilidad Social Corporativa es una entelequia pero por el bien de su negocio debería imperar un mínimo de decencia, de respeto. Y de cordura.