II Certamen “Doctor Juan Pedro de Luna”
Viernes 8 de Julio de 2011
6 Novillos de Manuel Ángel Millares, bien presentados. Blandos. De buen juego en general, destacando el 4º que fue premiado con la vuelta al ruedo.
Filiberto Martínez (E.T. Albacete): Saludos (antes de arrastrar el becerro)
Cristian Ponce (E.T. Salamanca): 1 Oreja
Robert Beltrán (E.T. Valencia): Saludos
Carlos Aranda (E.T. Baeza): 2 orejas
César Valencia (E.T. Madrid): Silencio
Andy (Centro Frances de Tauromaquia): Silencio
Por José Daniel Rojo
El representante de la Escuela Taurina de Baeza, Carlos Aranda, consiguió alzarse como triunfador de la primera de las becerradas del II Certamen Doctor Juan Pedro de Luna celebrada ayer en La Malagueta. Un certamen que se inició en 2009 y que no pudo tener continuidad en 2010 por motivos ajenos a la Escuela Taurina de la Diputación de Málaga.
Ante un encastado añojo de Manuel Ángel Millares el joven Aranda hilvanó una faena de menos a más. El chaval se fue percatando poco a poco de las buenas condiciones del animal y se fue afianzando, cada vez más, conforme avanzaban los minutos. Tenía el animal condición repetidora por lo que el de Baeza le dejó la muleta siempre en la cara para provocar la ligazón. Quería hacerlo bien Carlos Aranda, cruzándose, cargando la suerte y con una estética, para nada exagerada, que dio tintes de cierta naturalidad a la faena. Destacar las dos últimas series con la mano diestra, muy templadas, antes de dejar una media estocada. El premio de las dos orejas, muy generosa la segunda, para el chaval y la vuelta al ruedo, merecida, para el becerro.
Ganas para volver a verlo con un becerro con más fuerzas nos dejó Filiberto Martínez, de la Escuela de Albacete que quiso hacer las cosas muy bien y siempre buscó estar bien colocado. Tiene la enorme virtud del temple que en esta ocasión le sirvió para mantener en pie al blando añojo de Millares. Deberían decirle al alumno que, tras finalizar la faena, para saludar desde el tercio, hay que esperar a que las mulillas arrastren al animal.
Otro de los temas a tratar en las escuelas, y me consta que lo hacen, es el de la duración de las faenas. No se puede alargar un trasteo sin fundamento, cosa que le ocurrió al salmantino Cristian Ponce. Se siente más cómodo con la muleta en la izquierda el joven Ponce, que consiguió por este pitón correr más la mano. Termina con unas monótonas manoletinas y tras matar de estocada se le concede una oreja.
Robert Beltrán de Valencia se encontró con un animal que pedía hacerle las cosas muy bien pero se topó con un chaval que acusó su lógica inexperiencia y se vio desbordado por el comportamiento del añojo de Manuel Ángel Millares. Le faltó dejarle la muleta en la cara y darle el toque en el momento justo para fijar la embestida del animal. Esto no supo hacerlo y optó, para terminar, por unas bernardinas y ese tipo de cosas que todos los jóvenes aprendices de toreros tan bien saben hacer.
El representante madrileño César Valencia recibió a su oponente de rodillas con dos largas afaroladas, una de ella a portagayola. Estuvo correcto con el capote, banderilleó con más voluntad que acierto, siendo el tercer par el de mejor colocación y en la muleta se equivocó el alumno de Madrid al no saber darle la distancia adecuada al añojo. Optó por el encimismo que apenas caló en el público.
Y cerró esta primera becerrada del certamen el joven francés Andy que fue el que menos oficio demostró tener. Nervioso, acelerado y con un concepto aún por definir. Quizás fue precipitado por parte de sus profesores el incluirlo en este ciclo.
Carlos Aranda fue el encargado de poner el triunfal colofón saliendo en volandas por la Puerta Grande del inolvidable Manolo Segura que ayer, desde el albero, presenció la primera de muchas tardes de toros.