Sabíamos que la NFL tenía documentación al respecto, pruebas irrefutables que hacían imposible cualquier defensa, por bochornosa que fuera. Sabíamos que había hablado con los implicados. Sabíamos que se habían impuesto las primeras sanciones y que, en jornadas venideras se esperaba conocer los castigos que recibirían todos los jugadores que participaron en eso. Sabíamos que cometieron una infracción tipificada en las normas de la liga. Sabíamos que tomaron el pelo, o eso pretendieron hacer, a la organización al reiterarse en esas prácticas incluso cuando ya estaba en marcha una investigación. Sabíamos que algunos tuvieron la cara dura de negarlo. Sabíamos que incitaban a lesionar a un compañero de profesión. Sabíamos que incluso pusieron precio a la cabeza de Brett Favre -y lo lesionaron de tal forma que ya no se pudo recuperar-, a Kurt Warner -y le empujaron al retiro-, a Aaron Rodgers, a Cam Newton (y la lista probablemente continue). Sabíamos que por la mirilla de ese rifle con el que Gregg Williams apuntaba a otros profesionales, pasaron incontables objetivos.
En la vida real, una cosa es saber que en cualquier ciudad se cometen todo tipo de delitos y otra, muy diferente, es contemplarlo en el momento que ocurre. Estamos acostumbrados al delito y nos hemos recubierto con una capa autoprotectora que se viene abajo cuando a uno presencia lo que no quiere ver. En el mundo del deporte profesional nos ha ocurrido lo mismo. Una cosa es saber que existe una mala práctica y otra, muy diferente, ser testigos privilegiados del momento en el que alguien ordena a sus pupilos salir al campo con la instrucción de ir a por los tobillos, rodillas o cabeza de otro jugador.
Ayer la NFL dió a conocer la grabación que habéis podido escuchar. Las órdenes de Gregg Williams eran claras, no dejaban margen a la interpretación o a la duda y todos sabemos de lo que estaba hablando:
En referencia al RB, Frank Gore: "Kill the head, the body will die". "We've got to do everything in the world to make sure we kill Frank Gore's head. We want him running sideways. We want his head sideways"
En referencia al WR, Kyle Williams: "We need to find out in the first two series of the game, the little wide receiver, No. 10, about his concussion. We need to (expletive) put a lick on him, move him to decide. He needs to decide"
En referencia al WR, Michael Crabtree: "We need to decide whether Crabtree wants to be a fake-ass prima donna or he wants to be a tough guy. We need to find that out, and he becomes human when you (expletive) take out that outside ACL"
En referencia al RB, Frank Gore y al TE, Vernon Davis: "We need to decide on how many times we can meet Frank Gore's head. We need to decide how many times we can bull rush and we can (expletive) clip Vernon Davis' ankles over the pile ... respect comes from them fearing us"
Recordatorio para toda la defensa: "Every single one of you, before you get off the pile, affect the head". "Early, affect the head. Continue, touch and hit the head". "You're here for a reason, You're here because we saw in you and we hope we picked the right person that won't apologize for competing the way we have to compete".
No sé si a partir de este momento, algún otro jugador implicado tendrá las narices de volver a declarar que "nunca existió ninguna instrucción de lesionar a un contrario", o negando la mayor "jamás se puso en marcha ningún Bounty Program". En cualquier caso, la ola de indignación que afortunadamente recorrió ayer el mundo de la NFL debería hacer reflexionar a algunos que aún justifican estas conductas. De entre todas me gustaría remarcar el artículo que Rafa Zamorano, analista de ESPN, publicó ayer titulado "Castigo Ejemplar".
Y no digo más porque diría demasiado.