Los astrónomos, además de descubrir planetas extrasolares (alrededor de 500 hasta el día de hoy), han detectado un exceso de emisiones de polvo reciente alrededor de muchas estrellas.
Esta emisión, detectada por primera vez por el satélite IRAS (InfraRed Astronomy Satellite) en los años 1980, parece provenir de pequeñas partículas en los discos alrededor de estrellas que podrían estar en las primeras etapas de formación planetaria. En algunos casos, los modelos de la temperatura del polvo y la distribución espacial sugieren que el disco tiene un vacío, tal vez provocado por un planeta a una distancia orbital apropiada.
Puesto que los planetas están hechos de materiales circunestelares, los anillos de polvo en los sistemas muy pequeños podrían ser restos del proceso de construcción planetaria. Sin embargo, se cree que el polvo desaparece después de sólo unos pocos cientos de millones de años; cuando se ve polvo en los antiguos sistemas estelares, los astrónomos conjeturan que debe haber sido repuesto de alguna manera. Un escenario popular es que los planetas o asteroides colisionan en el sistema y se fragmentan, generando el polvo obsevado.
Las estrellas muy viejas, sin embargo (aquellas de alrededor de mil millones de años o más), no deberían tener polvo reciente de acuerdo con este razonamiento. Estos sistemas estelares deberían haberse estabilizado, y la época de tales colisiones debería haber pasado.
Entonces, es un problema ver polvo fresco en torno a algunas estrellas muy viejas. Por otra parte, debido a que el polvo recién hecho también se disiparía rápidamente, debe haber algún mecanismo que lo regenere periódicamente. Los astrónomos que tratan de armar una historia coherente de formación de los planetas y su evolución están intentando averiguar las respuestas a estas preguntas.
Los astrónomos de SAO Marco Matranga, Jeremy Drake, Vinay Kashyap y el investigador asociado Massimo Marengo, junto con un colega, sugieren una respuesta para un conjunto de estrellas en este rompecabezas.
Utilizaron el Telescopio Espacial Spitzer para estudiar el exceso de reciente emisión infrarroja en torno a tres evolucionados sistemas estelares (cada uno de ellos es un binario con dos estrellas en órbitas cercanas). La emisión infrarroja medida puede ser hasta el 1,9% de la emisión total de estos sistemas.
Señalan que se sabe que las estrellas binarias son magnéticamente activas (presentan manchas solares en su atmósfera), y argumentan que los campos magnéticos que interactúan con los vientos pueden provocar cambios en las órbitas de las estrellas binarias. Estos cambios a su vez pueden afectar la estabilidad general del sistema y provocar nuevas colisiones entre los cuerpos que orbitan alrededor de las estrellas, con la consiguiente producción de polvo fresco.
En efecto, estas estrellas binarias son destructores de los mundos en órbita alrededor de ellas, mundos que de otro modo habrían sobrevivido durante millones de años. Además de ayudar a resolver un antiguo enigma, el nuevo estudio señala la compleja naturaleza de los sistemas planetarios estelares, y la importancia de los análisis de datos en múltiples longitudes de onda.
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