Hoy nos ocupa otro escritor americano con un larguísimo historial de premios, fruto de una extensa carrera y una muy larga colección de novelas. Hablamos de Walter Mosley, contemporáneo y en activo. Su pasión es la novela de misterio de las que ha debido escribir al menos dos docenas, aunque en su haber cuenta también con obras de otro estilo, incluyendo obras políticas, siendo un activo defensor de la igualdad entre razas. Su popularidad conoció un impulso inesperado cuando en el su momento Presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, se refirió a él públicamente como uno de sus escritores favoritos.
Dentro de su faceta como escritor de novela de misterio, cuenta con varias series protagonizadas por detectives negros, siendo uno de ellos Leonid McGill que es el centro de nuestro comentario de hoy. La obra que hemos leído se titula “All I did was shoot my man” que esperamos sea traducido al español muy pronto.
La acción transcurre en Nueva York en el año 2012 (sí, el año pasado) pero si ignoramos algunas alusiones a algunos dispositivos electrónicos de última generación, parece realmente que estamos en una Nueva York atemporal, que podría ser actual o la de hace 50 años. En ella se mueve con toda comodidad nuestro personaje, Leonid, que es un individuo de dudosa moral aunque intenta enmendar ciertos errores del pasado.
Durante el desarrollo de la trama, que es bastante compleja y trepidante por momentos, se mezclan constantemente personajes y situaciones de su vida personal y profesional. Es fácil “meterse” en la novela y te engancha siendo de esas que te hace apagar la luz a las 4 de la madrugada mientras te prometes no leer más que unas pocas páginas más. Mosley pone un foco especial en la riqueza multiracial de Nueva York, pero lo lleva un paso más allá fijándose en la mezcla de razas que se concentran en cada individuo, haciendo un magnífico alegato sobre su belleza y la riqueza que aporta a la sociedad. La novela es altamente recomendable y podéis esperar en breve nuevos comentarios sobre alguna obra más de Mosley.
La alusión culinaria viene de un desayuno que disfrutan Leonid y su amante, y que transcurre en un restaurante que curiosamente no sirve desayunos pero que abre sus puertas sólo para ellos. En el menú, unas crepes con frutas… y parecidas a las crepes son estas tortitas americanas que son la alegría de niños y mayores en un desayuno de fin de semana en familia.