Revista Cultura y Ocio

Detrás de la rutina fraccionada

Publicado el 12 febrero 2019 por María Bertoni

“Dicen que mi literatura es extravagante y a veces anticipatoria. Yo no sé a qué género pertenece. Llamémoslo, por ahora, ‘sociología fantástica’, como si intentara pasar por alto la avara antinomia entre fantasía y realismo”.

Detrás de la rutina fraccionadaLa película de Bliffeld se estrena el jueves 14 de febrero en el cine Gaumont.

Vale recordar la definición provisoria que Marcelo Cohen le atribuye a su obra literaria antes de señalar la doble participación del escritor porteño, como guionista y como narrador en off, en Hora – Día – Mes. De hecho, la nueva película de Diego Bliffeld intenta pasar por alto dos “avaras antinomias”: aquélla mencionada en este texto de 1999, y la que fogonea el desencuentro entre cine y literatura. Vaya par de desafíos para un film ambientado en una sola locación, y cuyo protagonista –magníficamente interpretado por Manuel Vicente– habla muy poco.

Además de Cohen, también participaron de este proyecto Gastón Duprat y Mariano Cohn. Acaso se trate de los mejores socios creativos para llevar adelante un ejercicio de “sociología fantástica”. En primer lugar, el encargado del garage Alborada, Bernardo Talavera, es un personaje digno de la atención de los creadores de Televisión Abierta. En segundo lugar, Bliffeld trabajó en otras ocasiones con estos colegas; por ejemplo fue responsable de la banda sonora de El artista.

El apodado Nardo convive sobre todo con los autos estacionados en el galpón en cuestión. En el interior de ese garage y de esos vehículos anida todo lo que sobrevive a la monotonía fraccionada por hora, día, mes.

Bliffeld convierte los rincones sombríos y luminosos del Alborada en expresión visual de una existencia con claroscuros. Por otra parte, cuando filma los vehículos, el realizador le saca lustre a un texto consecuente con la máxima nacional de que cada auto dice mucho de su conductor.

Cuando se proyectó en la edición 2017 del BAFICI, la Asociación Argentina de Sonidistas Audiovisuales distinguió a esta película con una mención especial. Sin dudas, la banda sonora del largometraje alimenta la ilusión de que el taciturno Nardo se desplaza entre dos dimensiones: una, visible, se circunscribe a la rutina laboral; la otra, disimulada, se nutre de ensoñaciones.


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