Deutschland, Deutschland über alles,Über alles in der Welt,Wenn es stets zu Schutz und TrutzeBrüderlich zusammenhält;Von der Maas bis an die Memel,von der Etsch bis an den Belt:
"Alemania, Alemania sobre todo, sobre todo en el mundo", eso reza en el comienzo del himno nacional de la República Federal Alemana, acompasado, eso sí, por una bella melodía de Joseph Haydn. Viví casi un año en Hamburgo, en mi condición de becario de la Universidad Politécnica, pero realmente tampoco puedo decir que llegué a conocer el alma de los alemanes, siempre he pensado que no somos tan diferentes por cruzar tal o cual frontera, más bien son los intereses los que aglutinan eso que llaman ahora nacionalismos excluyentes. La realidad es que en el escenario que vivimos de empobrecimiento generalizado por el desplome del sistema financiero europeo, Alemania está jugando el papel de patito feo, quizás antipático incluso, el otro día en la Eurovisión no paraban de meterse con el alemán (que por cierto cantaba en inglés) por la fobia que se está generalizando sobre todo lo que huela a germano. Pero en el fondo estamos ante una Europa desequilibrada que no ha optado por ser la Europa de los pueblos, hoy más que nunca es la Europa de los mercaderes, donde la deuda es el verdadero negocio. Una deuda que en más de su mitad tiene un origen en empresas y entidades financieras. Las administraciones públicas representan no más del 15% de la deuda total. Y uno se pregunta el por qué de este endeudamiento y como es obvio, nada resulta del azar, todo está meditado: Alemania producía más que el resto de la comunidad europea y ello le generaba unos excedentes de capital que había que colocar, ¿dónde? pues en ladrillos, en una burbuja irreal que interesaba a los que recibían ese dinero rápido para hacer crecer ficticiamente a los países del Sur. El mayor interesado en el euro siempre fue Alemania porque ampliaba la población de clientes de su gran supermercado tecnológico, por ello la economía alemana estuvo financiando sus exportaciones hacia la Europa periférica: Alemania era por ello una exportadora de capitales. Cuanto más endeudados estaban los españoles más ganaban los alemanes, así de claro. Los chorizos que jugueteaban con las promociones inmobiliarias y sus correspondientes ayuntamientos corruptos no lo hubieran podido hacer si no hubiera sido porque desde Berlin inyectaba con euros la burbuja, y con ella nuestras hipotecas y los impuestos con los que se financiaban las entes locales para traerse a un pueblo de Almeria a los Rollings Stones o hacer por doquier grandes rotondas de entrada a los pueblos. Dinero fácil, gasto fácil. En todo ello hay una responsabilidad compartida donde Alemania no puede ahora esconderse como avestruz, tampoco los bancos extranjeros y españoles que colaboraron en el fraude y que concedían los créditos sin las garantías necesarias. Todos nos acordamos de la frase "y meta más para la letra del coche y para los muebles", y eso no era gratuito era premeditado. España puede emprender los pasos que le permitan erosionar el valor de sus deudas en términos reales, pero para ello tiene que devaluar el euro (imposible) o la peseta (posible), que es una forma de inflacionar el valor de su deuda externa. Otra cosa, impensable en manos de un gobierno conservador, plantearse el impago de la deuda y devolviendo sólo una fracción de su valor original, expropiando así parte de los activos alemanes. En el camino intermedio estaría que Alemania se de cuenta que con la caída de España caería toda Europa y se plantea como lo hace hoy el SPD una Europa más social y una corresponsabilidad de todos, más Europa en definitiva y menos España y menos Alemania.