Revista Cine
El escritor norteamericano Francisco Goldman, que estuvo recientemente en España, perdió a su mujer dos años después de casarse con ella: una ola la arrastró en una playa de Oaxaca y falleció por los traumatismos del accidente. Goldman no volvió a ser el mismo. Su libro es un libro sobre la pérdida, y por eso me interesaba desde el principio. Lo que hace en Di su nombre es una reconstrucción de Aura, la escritora que lo enamoró: una elegía, un canto, una especie de resurrección que nos invita a conocerla y a no olvidarla. Es un libro que destila dolor, y por eso prefiero dejaros con dos extractos, más reveladores que cualquiera de mis elogios:
Fue horrible la celeridad con la que cada día me disponía a llevar a cabo las tareas propias de mi duelo esas primeras semanas, como si estuviera amueblando una nueva vida y un nuevo hogar para mi nueva novia: imprimir fotografías digitales, buscar en librerías y en Internet libros en español o en inglés sobre el duelo, comprar prendas oscuras, contratar a un sastre para que me hiciera un traje de luto, probar religiones, sentarme en iglesias, leer el Kadish, ir a meditar al centro budista de la colonia Nápoles.
**
Quiero a mi amiga de vuelta, pensé, hablábamos en señas y formábamos un gran equipo. Quizá estoy harto de que la gente no entienda cómo es todo esto, aunque no le deseo a nadie tener que vivirlo. Apagué el cigarrillo de Aura y encendí otro. No la sueltes, si la tienes. No la sueltes, pensé, ése es mi consejo para todos los vivos. Aspírala, pon tu nariz en su cabello, aspírala en profundidad. Di su nombre. Siempre será su nombre, ni siquiera la muerte puede arrebatártelo. El mismo nombre tanto viva como muerta, para siempre. Aura Estrada.
[Traducción de Roberto Frías]