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Día 3 – Aquello parecía un mundo

Publicado el 13 junio 2014 por Vdeblogger

Pues sí, todavía recuerdo la primera vez que oí hablar de comercio exterior… Bueno, más bien, la primera vez que me dijeron que trabajaría en comercio exterior.

Esta es mi cara cuando me dijeron que estaría enviando palets a China

Esta fue mi cara cuando me dijeron que estaría enviando palets a China

Cierto es que he estudiado ADE y con ello marketing internacional, etc. etc. etc. Pero claro, ya se sabe que de los libros a la realidad hay un trecho.

Y fue ese trecho, -es decir, ignorancia-, lo que me dejó con cara de póker cuando me dijeron que en unos meses estaría enviando pallets a China…

Mi primera reacción fue un,

“Pero y eso, ¿cómo se hace?”

Creo que lo que más me impactó de aquella noticia fue pensar en todo lo relacionado con la logística.

Había estado en varios puertos y visto cómo se mueven los contenedores de un lado para otro. Había visto buques, reportajes sobre logística portuaria, etc. Pero siempre me había parecido algo tan lejano y complejo que no podía entender que yo fuera a formar parte de todo aquello.

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Puertos como el de Hamburgo, el segundo mayor de Europa

Al final, de aquel proyecto poco salió como se pensaba. Las previsiones de pallets se quedaron en el envío de unas cuantas cajas de vino a Hong Kong.

Aún así, para mí fue como el despertar de un deseo que tenía dentro de mí, pero que no sabía que existiera. Sonará cursi, pero esa experiencia me ayudó a descubrí un nuevo mundo y, lo importante, a redirigir mi carrera profesional.

Tratar con clientes de todo el mundo, hablar de productos, posicionar, negociar, practicar las habilidades de venta…

Nunca pensé que este área pudiera ser tan completa y excitante.

Después de dos años en este sector, todavía me sorprendo al pensar en todas las cosas que quedan por hacer.

Pero el objetivo fundamental de este post, y con lo que me gustaría que te quedases tú también, es con estas dos cuestiones que, al menos para mí, son fundamentales en la vida:

Por un lado,

Saber aprender

El otro día vi algo que me gustó mucho: los sueños que merecen la pena son los que dan miedo.

Nunca hay que tener miedo a emprender en lo desconocido. Las maravillas de este mundo están escondidas a los sentidos. Por eso, hay que esforzarse en llegar a ellas.

Lo bonito de enfrentarte a algo que no conoces es saber que, un tiempo después, podrás mirar para atrás y darte cuenta de todo lo que has aprendido, y mejor, madurado como persona.

Cuanto más empeño y esfuerzo e ilusión hayas puesto en el camino, más deliciosa sabrá la victoria… o la derrota.

Por eso, la segunda frase que guía mi día a día es:

Lo que más puede llenar a una persona en esta vida es mirar atrás y darte cuenta de que ya no eres la misma persona que ayer. Sino mucho más sabia.

 


Día 3 – Aquello parecía un mundo

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