Cada día se nos ofrece la oportunidad de ser impecables y recordar que " en mi indefensión radica mi seguridad ".
A lo largo de los años que llevo impartiendo seminarios, en los que frecuentemente toco el tema de la impecabilidad, algunas personas me han pedido ejemplos de lo que es ser impecable.
Mi respuesta es que un acto impecable es aquel que llevas a cabo sin el deseo de acumular importancia personal o de "engrandecerte", o de alguna manera, beneficiar la imagen propia. Es callar cuando te asalta el deseo de decir algo que muestra tu "superioridad" sobre otro. Es no atacar, condenar o descalificar a otro cuando el ego insiste en que lo hagas y cuando pareces tener todas las razones del mundo para hacerlo. Es todo acto que, literalmente, va en contra de los dictámenes del ego, y por ende, en beneficio de tu declarada meta de paz. Es todo acto que sigue la Regla de Oro: que no le haremos a nadie lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros o a alguien que amamos. Seguir esta regla como norma de comportamiento es vivir con impecabilidad.
~ Rosa María Wynn, El aprendiz impecable <3
Un joven discípulo de un filosofo sabio llega a casa de este y le dice: "Escucha maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia..."
!Espera! le interrumpe el filósofo - ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?.
¿Las tres rejas?
Si. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
No. Lo oí comentar a unos vecinos.
Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad.
Eso que deseas decirme, ¿Es bueno para alguien?
No. En realidad no. Al contrario...
!Ah vaya! La última reja es la necesidad.
¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
A decir verdad, no.
Entonces, dijo el sabio sonriendo - si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
En el curso del día
A lo largo del día siempre se nos presentan oportunidades de ser impecables. Ser impecable no tiene que ver con lo que hacemos o decimos, sino con lo que somos, pero lo que hacemos y decimos viene condicionado por lo que creemos ser. Un amigo nos comenta algo de otro y nosotros tenemos la tentación de contárselo a alguien más. Alguien comenta algo y nosotros rápidamente saltamos para hacer notar lo listos que somos, o lo que hemos aprendido, o lo que conocemos, hemos viajado, hemos leído... Contamos anécdotas una y otra vez para hacer ver lo interesante que es nuestra vida, o lo mucho que hemos "avanzado" en nuestro camino espiritual. Le decimos a los demás lo que deberían o no deberían hacer como si supiéramos que es lo mejor para ellos. O relatamos nuestros problemas, y seguro que os habréis encontrando en esta situación, para que los demás vean que sus problemas no son nada respecto de los nuestros. Las redes sociales son un buen escaparate de nuestro deseo de ser especial: ¿cuantos "me gusta" tengo? ¿Soy más interesante por tener más amigos en facebook? ¿O más seguidores en el blog?
El Curso habla de ser impecable en contraposición a ser especial. El ego quiere ser especial (de hecho es el deseo de especialismo), único, mejor o peor, pero diferente. Sobresalir o bien por arriba, o bien por abajo como veíamos ayer. Hoy vamos a prestar atención a esas "tentaciones", a esos momentos en los que el deseo de atacar, criticar, descalificar, juzgar, engrandecerse o menospreciarse asoman la patita por debajo de la puerta. Si como dice el Curso " todo lo que doy es a mi mismo a quien se lo doy", hoy voy a decidir dar solo aquello que yo querría recibir. Aplicar el sentido común y como dice la Regla de Oro: " Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti ". <3