Revista Ciencia

Día internacional del escepticismo. El valor de la ciencia.

Publicado el 20 diciembre 2010 por Deimos @Hominidos
Día internacional del escepticismo. El valor de la ciencia.Hoy 20 de diciembre de 2010 hace 14 años que falleció Carl Sagan. En su último libro "El Mundo y sus Demonios" (ciertamente uno de sus mejores libros) anima a los lectores a utilizar el pensamiento crítico o escéptico, además de presentar una defensa de la ciencia. Los 20 de diciembre desde el año pasado se conocen como el día del escepticismo Para conmemorarlo, se propuso que en los blogs escribiéramos sobre pensamiento crítico, escepticismo y ciencia en la línea que ya marco Sagan en El mundo y sus demonios, así que cualquiera que quiera participar ya sabe lo que tiene que hacer.
Por mi parte, he escogido un artículo que escribí para el Escéptico Digital, allá por el 2004, lo triste y lamentable es que seis años después el artículo no se haya quedado desactualizado, el título del mismo es El valor de la ciencia, y sin más dilación os dejo que lo leáis. Y ya sabéis que en los comentarios podéis dejar vuestro punto de vista, críticas etc.
El valor de la ciencia
Por mucho que uno lo intenta, resulta difícil comprender como es posible que alguien utilice el teléfono móvil y al mismo tiempo crea en la videncia, la astrología y tantas otras pseudociencias. Y es que nuestra sociedad esta impregnada de ciencia allí donde miremos. En cambio, la gente esta sumergida en una ignorancia científica asombrosa y preocupante. Suele argumentarse que la ciencia es para los que tienen tiempo para pensar en entelequias, que la gente normal ya tenemos bastante con nuestros problemas cotidianos. Y aunque es cierto que ya tenemos bastante con los problemas que nos da la vida, la ciencia nos ha permitido vivir más y mejor. La ciencia, a través del desarrollo tecnológico que de ella se deriva nos ayuda a resolver nuestros problemas o parte de ellos. ¿Cuántas veces hemos utilizado el teléfono móvil para alguna emergencia? El teléfono móvil, ese dispositivo del que la gente tanto presume, no existiría si no fuera por la física cuántica y lo mismo puede decirse de los ordenadores. Por no mencionar los sorprendentes avances en medicina que nos han alargado la esperanza de vida. Mucha homeopatía,mucho curandero, mucha medicina "alternativa", muchos conjuros para diversas dolencias pero cuando surge una nueva cura de verdad siempre ha sido gracias a la medicina científica. Si esas prácticas funcionan ¿cómo se explica qué hayamos tenido que esperar entre otras cosas a que apareciera Pasteur y desarrollara la vacunación moderna mejorando así nuestra resistencia a determinadas enfermedades o alergias?
La ciencia no es perfecta, eso lo sabemos. No se trata de una práctica que de soluciones perfectas e instantáneas, no actúa como una revelación mística en la que el conocimiento se vuelve accesible y comprensible por arte de magia. Para adquirir conocimiento científico se requiere esfuerzo y dedicación. Tal vez sea esta característica suya la que hace que la pseudociencia sea mucho más apetecible. En la pseudociencia todo viene dado, cualquiera puede ser astrólogo o vidente pero para ser astrónomo se requiere muchos años de esfuerzo y sacrificio. Pero la recompensa es mucho mayor, ya les gustaría a los astrólogos y videntes poder realizar predicciones tan exactas como las que realizan los astrónomos. Hace poco pudimos comprobarlo. Los astrónomos dijeron que día y a que hora podríamos ver pasar a Venus por delante del Sol, y así fue. Los resultados de la ciencia ganan por goleada a los de la pseudociencia, suponiendo que esta última haya dado algún resultado. Desde la pseudociencia se vende ideas erróneas acerca de la ciencia, pretenden hacer creer que hay temas que la ciencia da de lado y que sólo los investigadores de lo paranormal se atreven a investigar. Para muestra un botón. Todos hemos oído hablar en algún momento de nuestra vida sobre las experiencias cercanas a la muerte. Y aquí entran todo tipo de explicación pseudocientifica, como que dichas experiencias son debidas a una vida más allá de la muerte, o se deben a nuestro alma o espíritu, etc. Que gratificante sería que fuera cierto. Pero la ciencia también investiga estos temas y está empezando a dar respuestas, esas experiencias podrían ser debidas a la hipoxia o anoxia, es probable que las estructuras implicadas sean la amígdala, el hipocampo y ciertas partes de la corteza del lóbulo temporal. Cualquiera puede acceder al estado de la investigación científica en esos campos, ya que no hay ningún hermetismo en la comunidad científica, pueden leer por ejemplo los libros "El cerebro nos engaña" y "La conexión divina" de Francisco J. Rubia donde encontrarán lo que la ciencia sabe de momento sobre las experiencias cercanas a la muerte. Todavía no se tienen respuestas definitivas. Pero no parece que la explicación tenga que ver nada con las hipótesis de lo paranormal. Cuando la ciencia contradice lo que dicen los investigadores de lo paranormal estos en lugar de admitir que sus hipótesis son erróneas optan por proclamarse como nuevos galileos, criticados e incomprendidos, algunos hasta optan por sentirse perseguidos. Pero ¡ay! Para convertirse en Galileo no es suficiente que critiquen tus ideas, además, y esto es lo más importante, uno debe tener razón. Los hechos no van a cambiar porque a uno no le gusten.
Y sin embargo a pesar de hacernos la vida más cómoda, a pesar de alargar la esperanza de vida y a pesar de satisfacer la curiosidad intrínseca del ser humano la ciencia esta denostada por la sociedad. A cualquiera se le recriminaría y con razón, no saber quien escribió "El Quijote", en cambio todo el mundo puede decir barbaridades en lo que a la ciencia se refiere y aquí no pasa nada. Pero la ciencia también es cultura. La ciencia nos permite saber como es y como funciona el universo entero, desde la más recóndita galaxia, hasta la partícula subatómica más pequeña de la que estamos hechos.
Si la cultura es conocimiento, entonces la ciencia no es una parte marginal de la misma sino más bien su máximo exponente, debemos defender el valor cultural de la ciencia para que ocupe el lugar que la corresponde en esta sociedad que tanto le debe. El valor cultural de la ciencia se está empezando a volver imprescindible para desenvolvernos bien en el mundo que estamos creando. La ciencia, como ya hizo antaño con la revolución copernicana, está volviendo a cambiar nuestra concepción del mundo y de nosotros mismos con lo que tal vez podríamos llamar la revolución genómica.
Como bien ha señalado el filósofo Mario Bunge, hoy en día circulan por la sociedad varias ideas y tópicos, que parecen renunciar de los valores de la Ilustración como son: la razón, la objetividad, la búsqueda de la verdad y el escepticismo, los cuales forman parte de la práctica científica. Una de estas populares ideas puede expresarse como sigue "ya lo dijo Einstein, todo es relativo". No sé si Einstein dijo alguna vez eso. Pero que Einstein dijera algo no demuestra que ese algo sea cierto. Todo el mundo ha oído hablar de Albert Einstein y de su Teoría de la Relatividad. Pero casi nadie se toma la molestia en saber que trata dicha teoría. La relatividad establece que todos los observadores, independientemente de sus sistemas de referencia, deben describir las leyes fundamentales de la naturaleza con las mismas ecuaciones para todos. De hecho, Einstein pensó en llamar teoría de los invariantes a su Teoría de la Relatividad. La relatividad no dice que todo sea relativo.
También estamos acostumbrados a escuchar aquello de que todas las opiniones son respetables. ¿Qué quiere decir con respetables? ¿Quiere decir que no podemos hacer crítica? Si esto es así, si no podemos criticar ni debatir las opiniones ¿cómo vamos a avanzar en nuestro conocimiento? Y lo que es más importante ¿cómo vamos averiguar si estamos equivocados? Se suele decir que esto es democrático. Pero lo que caracteriza a la democracia es el debate abierto y la crítica entre los que sustentan distintas opiniones. Hay que respetar a todas las personas, no a todas las opiniones. Si alguien dice que la Tierra es plana, podemos argumentar en contra de su opinión, podemos darle pruebas de que está equivocado. Lo que no podemos hacer es insultarle. Una cosa es criticar una opinión y otra muy distinta faltar al respeto a nuestro interlocutor. Si queremos ser personas responsables, una de las cosas que debemos aceptar es que todo conocimiento es provisional, que podemos estar equivocados, y que las ideas y opiniones están para ser debatidas y criticadas. No para encerrarnos en ellas y creernos en posesión de la verdad sagrada.
La ciencia no es esa cosa tan fría, que nos quieren vender algunos intentando hacernos creer que es una actividad de personas sin sentimientos. Más bien es al contrario, hay que sentir fascinación por el mundo para intentar entenderlo y además se requiere valentía para actuar como lo hacen los científicos, pues cuando tienen alguna hipótesis lo que hacen es exponer dicha hipótesis a la crítica de sus compañeros de profesión con el fin de saber si están en lo correcto, o no. A veces esto puede ser duro, puede que a algún científico le cuesta reconocer que esta equivocado, pero no suele ser la norma. La ciencia no es efectiva porque los científicos estén dotados de una racionalidad sobre humana sino porque tienen el valor de someter sus ideas a la crítica intersubjetiva de sus compañeros.
La ciencia nos ha enseñado cosas sorprendentes que nos mueven a la reflexión sobre el universo pero también nos conduce a la reflexión sobre nosotros mismos. Haciendo ciencia hemos aprendido que estamos hechos de átomos, que dichos átomos se formaron en la primera generación de estrellas que poblaron el universo, cuando dichas estrellas explotaron vertieron al espacio los átomos que se habían estado formando en su interior debido a las reacciones termonucleares que las hacen brillar. De los restos de algunas de esas estrellas se formaron lo que hoy día llamamos el Sistema Solar. Así pues, los planetas como la Tierra como también los seres vivos que habitan en él están formados por los restos de las primeras estrellas. Somos sustancia estelar capaz de reflexionar sobre las estrellas. Esto lo hemos aprendido haciendo ciencia ¿Acaso hay alguien que de más?
Decía Kant que una de las mejores formas de alcanzar la liberación del ser humano es a través del conocimiento, esto se vuelve particularmente cierto en el caso de la ciencia. Pues es la única llave cultural de la que dispone la humanidad para librarse de los grilletes de la superstición.
Ismael Pérez Fernández.

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