El día 2 de abril fue establecido como Día Internacional del Libro Infantil hace 50 años, es decir, en 1967. Fue la Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY) quien impulsó la celebración de este día con el objetivo de "inspirar el amor por los libros y llamar la atención de la comunidad sobre los libros para niños". La fecha designada para ello no ha sido fruto del azar, el 2 de abril fue elegido por ser el día que nació el conocido escritor Hans Christian Andersen, autor de clásicos de la literatura infantil como El patito feo, La sirenita, El soldadito de plomo, La princesa y el guisante, El traje nuevo del emperador, La reina de las nieves...La IBBY está formada por setenta y cuatro Secciones Nacionales y, cada año, una de estas secciones asume la responsabilidad de ser la patrocinadora de este día. La misión de esta sección es elegir un tema e invitar a un autor/a importante del país a escribir un mensaje para los niños/as del mundo y a un ilustrador/a reconocido a diseñar un cartel.Este año, Rusia ha sido la sección encargada de patrocinar este día, y ha elegido al poeta Sergey Makhotin para escribir el texto y al ilustrador Mikhail Fedorov para elaborar el cartel.
¡Crezcamos con los libros!En mi más tierna infancia me gustaba construir casitas con bloques y todo tipo de juguetes, solía usar como tejado libros infantiles ilustrados; en sueños, subía hasta el interior de la casa, me acostaba en la cama hecha con cajas de cerillas y contemplaba las nubes o el cielo estrellado, todo dependía de la imagen que más me gustase.
Instintivamente, seguí la ley de vida de todo niño que busca inventarse un ambiente cómodo y seguro, para conseguirlo, un libro infantil fue de auténtica ayuda.
Después, me hice mayor y aprendí a leer, en mi imaginación, un libro comenzó a parecerse más una mariposa o incluso un pájaro, que a un tejado. Las páginas del libro eran como alas y susurros. Era como si el libro situado en el alféizar saliera volando inesperadamente por la ventana abierta hacia espacios desconocidos. Lo cogí, lo empecé a leer y el libro se tranquilizó. Después lo seguí a través de otros mundos y parajes, mientras mi universo imaginario se iba extendiendo.
¡Qué alegría tener un nuevo libro en mis manos! Al principio no sabes de qué trata, te resistes a la tentación de abrirlo por la última página, ¡y qué bien huele! No es posible descomponer su olor: tinta, pegamento… no, no lo es. Tiene un aroma especial a libro, uno excitante y único. Las puntas de algunas páginas se pegaban como si el libro no se hubiera despertado aún, se despierta cuando lo empiezas a leer.
A medida que vas creciendo el mundo de alrededor se va complicando. Te enfrentas a cuestiones que incluso un adulto es incapaz de resolver. Sin embargo, es conveniente poder compartir las dudas y los secretos con alguien, por tanto, aquí es cuando el libro viene en tu ayuda. Probablemente muchos de nosotros nos hemos planteado: ¡yo he escrito este libro! Y el personaje favorito de pronto parece ser como tú. Vive los mismos problemas y los trata con dignidad; otro personaje no se parece a ti en nada pero quieres que sea como tu ideal, pretendes ser tan valiente y capaz como él.
Me hace reír cuando un chico o una chica dice “no me gusta leer”, no les creo, seguro que toman helado, juegan y ven películas muy interesantes. En otras palabras, les gusta divertirse. La lectura, frente el desarrollo de los sentimientos y la personalidad, no es una tarea tan agotadora, si bien, ante todo, es un gran placer.
¡Precisamente, esta es la intención de los autores que escriben libros para niños!