Algunos la toman como si fuera una meta, como un fin último a conseguir. Otros la ven como estilo de vida, algo que está en nosotros día a día. Hay quienes piensan que depende de la biología, que hay personas “felices” y personas “tristes”, y hay quienes hablan de emociones positivas, fortalezas y virtudes como herramientas para mejorarla. Hablamos de un constructor de interés universal, pero entre tanta información y opiniones al respecto, ¿dónde se hallará la respuesta correcta?
La felicidad es una de las emociones que alberga más preguntas que respuestas dentro del mundo de la investigación, pero no tanto por lo que es en sí misma, sino por la amplia variedad de propuestas que se han hecho sobre cómo llegar a ella. Se la define como un estado de ánimo que implica satisfacción y sentirse contento, a gusto y complacido. No es un estado de euforia constante, sino una actitud armónica y equilibrada que nos trae paz interior y buena disposición ante la vida. Hasta aquí bien, pero el cómo ser felices es donde se complica un poco más el tema, porque, aunque algunos lo tienen muy claro, parece que realmente no existe una receta válida que nos satisfaga a todos.
Parece poco esperanzador el panorama, pero ¡no hay que preocuparse! Lo cierto es que se ha visto que hay muchos factores que influyen en lo que percibimos como felicidad, y en este artículo en concreto veremos uno de ellos: el deporte.
FELICIDAD Y DEPORTE
Todos sabemos que hacer deporte tiene una repercusión muy positiva en nuestra salud física y es siempre de las primeras cosas que nos recomiendan empezar a hacer para llevar un estilo de vida saludable, alargar nuestra esperanza de vida, evitar enfermedades, etc.
A nivel psicológico tiene también sus ventajas:
- Neuroquímica cerebral: nuestro cerebro vive diariamente diferentes intercambios químicos que influyen directamente en nuestro estado de ánimo y en la forma en la que interpretamos las cosas. Cuando hacemos deporte, se liberan una serie de neurotransmisores que, por un lado, nos hacen entrar en un estado de relajación y bienestar, y por otro, que nos hace querer repetir dicha actividad para mantener ese estado. Estos neurotransmisores son las endorfinas (induce la sensación de calma y bienestar, e inhibe el dolor físico y psicoemocional) y la dopamina (responsable de los mecanismos de recompensa), que son fundamentales para el desarrollo normal del organismo y para la creación y mantenimiento de los hábitos.
- Personal: lo bonito del deporte es evaluarnos a nosotros mismos y descubrir que muchas cosas han cambiado a mejor. Te ves y te sientes mejor, y es posible que descubras que eres capaz de hacer muchas cosas que antes ni te planteabas. La superación personal es lo que más mola de todo porque nos hace tener una percepción positiva de nosotros mismos, sentirnos fuertes y capaces de afrontar cualquier reto, cosa que nos puede dar la valentía suficiente para extrapolar a otros ámbitos. Además, nos ayuda a conocernos mejor como personas, descubrir nuestras fortalezas y debilidades, y saber hasta dónde podemos llegar y a qué podemos aspirar.
- Gestión emocional: cuando se es deportista, hay dos fenómenos que ocurren a nivel percepción de energía y emociones. Por un lado, está el hecho de que nos sentimos con más energía en las actividades que realizamos diariamente y con un humor más animado, por lo que resulta más fácil mantener un nivel óptimo de productividad en nuestros quehaceres cotidianos.
Por otro lado, el momento en sí de entrenar nos ayuda a también a canalizar esa energía y las emociones que estamos viviendo en ese momento, de manera que nos puede ayudar a llegar a un estado de equilibrio después de la sesión, ya sea para disminuir el exceso o para levantar el defecto. Cierto es que entrenar cuando no nos sentimos especialmente bien no contribuye mucho que digamos al rendimiento, pero sí que nos puede ayudar a soltar las cargas que nos oprimen temporalmente, mejorar el ánimo, y desde ahí conseguir enfocar los problemas desde una perspectiva útil y resolutiva.
- Social: Los humanos somos seres sociales por naturaleza, es algo que nos ha ayudado a sobrevivir y que contribuye de manera importante a nuestra estabilidad emocional. Para los que hacen deporte fuera de casa (especialmente en grupo o en equipos), es inminente el contacto con otros que comparten la misma afición y que terminan formando parte de tu día a día. Entrenas, hablas, te ríes, te ayudan y ayudas, incluso lloras… Y, de repente, te das cuenta de que cuando faltan, no es lo mismo. Para algunos esta es casi la única motivación que tienen para ir a un sitio a entrenar, la gente y el ambiente que se crea, ¿a cuántos no nos ha pasado que hemos tenido un día malo, o que nos da pereza extrema ir a entrenar, pero vamos porque van nuestros compañeros? Se convierte en una responsabilidad que nos duele no cumplir y al final esa compañía es la que termina por hacer de toda la experiencia algo tremendamente satisfactorio.
¡CUIDADO CON LOS EXCESOS!
En líneas generales, parece que hacer deporte es bueno en lo que a felicidad se refiere. Pero, OJO, recordad que los excesos no son buenos, que tampoco estamos hablando de la Panacea, ni de varitas mágicas. Hacer deporte está bien, por supuesto, y todos sabemos que no practicarlo tiene consecuencias negativas sobre nuestra salud física y mental, pero, en lo que a felicidad se refiere, no es lo principal, ni mucho menos lo único. Veamos qué dos cosas pueden pasarnos si abusamos de esta herramienta:
- Obsesión con los resultados: Los resultados son lo que buscamos con la actividad deportiva, son una gran motivación cuando los vemos y, desde luego, son señal de que lo que estamos haciendo funciona. Pero fijarnos única y exclusivamente en ellos evitará que veamos los demás beneficios que nos aporta la actividad deportiva, y esto no nos hará felices.
- Evasión: Hacer deporte puede facilitar el alejarnos temporalmente de los problemas y despejarnos, cosa que puede ser positiva siempre y cuando luego nos volvamos hacia ellos para ponerles solución. De lo contrario, se convertiría en una droga cualquiera: percepción alterada de la realidad, problemas sin solucionar, no existiría felicidad sin él, etc. Esto tampoco nos hará felices.
Con esto sólo pretendo transmitiros que hay que ser cautos, y estar atentos a las decisiones que tomamos y a las acciones que estamos llevando a cabo. Tenemos una herramienta muy potente en nuestras manos, pero hay que saber usarla a nuestro favor.
CONCLUSIÓN: NO SUMA, MULTIPLICA
En resumen, la actividad física y deportiva tiene efectos muy positivos sobre nuestra salud mental y nuestra felicidad, por lo que no podemos obviarla a la hora de hacer nuestra lista de “hábitos saludables”. Practicada en su justa medida, obtendremos una serie de beneficios que, por sí solos, nos harán sentir bien, pero que además pueden tener un efecto multiplicador en nuestro bienestar si los juntamos con los beneficios obtenidos de los demás hábitos que adoptemos. No se queda en una simple suma de elementos que nos hacen felices, es que si no está presente en nuestra rutina, a la larga notaremos su falta.
Independiente de cuál sea tu creencia sobre la felicidad y cómo llegar a ella, hacer deporte DEBE formar parte de ella.
Noticia #DíaDeLaFelicidad 2019: el papel del deporte en nuestro bienestar de Infowod.