Dentro de las adicciones se encuentran los trastornos inducidos por consumo de sustancias, término empleado dentro del manual de diagnóstico DSM-V. Aunque hay también otros fenómenos como la adicción al juego, a las tecnologías de la información y la comunicación, al sexo, etc., nos centraremos en el consumo de sustancias en este artículo.
Soy adicto al consumo de una sustancia
Ser adicto implica haber desarrollado un grado de dependencia a algún tipo de sustancia o droga, incluida el alcohol, que produce una serie de síntomas cognitivos, emocionales, sociales y fisiológicos.
Estos provocan malestar y sufrimiento en la persona que, pese a ello, continúa con el consumo de dicha sustancia, favoreciendo estas consecuencias desadaptativas de su respuesta de consumo.
En la adicción a sustancias aparecen dos fenómenos importantes:
- Tolerancia. El efecto de dicha sustancia disminuye de forma gradual a medida que se prolonga el consumo.
- Abstinencia. Cuando se para el consumo aparecen síntomas psicológicos y fisiológicos que producen sufrimiento y predisponen a la persona a volver a dar la respuesta de consumo.
Estos dos factores crean un círculo vicioso en el que la persona se ve atrapada aumentando de forma progresiva sus patrones de consumo y el deterioro personal que ello conlleva.
¿Por qué yo soy adicto y otras personas consumen sin adicción?
¿Por qué algunas personas desarrollan adicción o dependencia, mientras que otras no y pueden hacer un uso moderado o incluso responsable, como en el caso del alcohol?
Hay distintas hipótesis sobre este hecho. Una de ellas es que es una respuesta a la vida, es una respuesta a una desadaptación personal que provoca un vacío en la persona, una incapacidad para lograr cubrir las necesidades personales que todos tenemos a nivel socio-afectivo, autorrealización, etc. Y dicha consecución está muy relacionada con la escala de valores, habilidades de regulación emocional, traumas, estilos de apego, etc. que forman parte de la vida de la persona.
Al final, el consumo abusivo o dependencia de sustancias configura esta mala respuesta a la vida; es consecuencia de una serie de causas previas que favorecen este fenómeno. Y esto no quita que a su vez la adicción provoque de forma consecuente sintomatologías como depresión, ansiedad, baja autoestima e innumerables problemas laborales, sociales, familiares y físicos.
Problemas de adaptación
No obstante se observa como previo al consumo ya se dan problemas de adaptación en la persona y que en algunos casos puedes constituir trastornos psicológicos completos como por ejemplo un trastorno depresivo, un cuadro de ansiedad, un trastorno obsesivo compulsivo. Donde el consumo de sustancias representa una manera de calmar, al menos momentáneamente los síntomas y el sufrimiento que ello conlleva. Y que a su vez de forma paradójica va aumentando los síntomas de esas psicopatologías previas creando todo un diagnostico dual donde de forma concomitante se dan esas patologías de base junto con la adicción.
Esto no quita que la adicción o respuesta inadecuada ante la vida se dé sin patología previa y que al final de forma consecuente se den trastornos psicológicos inducidos por sustancias como cuadros de ansiedad, depresión, etc.
Se convierte en el dilema del huevo o la gallina. ¿Qué se da primero?
Al final suele ser necesario un tratamiento conjunto de ambos fenómenos. Si no reducimos síntomas previos o consecuentes, se retroalimentan la dependencia a la sustancia y no se corta el consumo. Pero eso sí, en todo caso si se quiere recuperar el control de la vida y la capacidad de adaptación, siempre es necesario dejar el consumo de sustancias y mantener la abstinencia. De esta forma se sale de la espiral de sufrimiento con una intervención interdisciplinar.
Como ejemplo, un fenómeno frecuente es la adicción al alcohol, en mujeres con trastornos depresivos persistentes (Distimia). Desde mi experiencia este diagnóstico dual complica el pronóstico de la resolución del problema.
Siempre hay salida
Aunque es necesaria una evaluación exhaustiva que permita conocer la naturaleza del fenómeno y todas las variables implicadas. Siempre eliminando el consumo de alcohol, que perjudica tanto la intervención psicológica como la farmacológica.
Destacar que en muchos casos en este tipo de trastorno dual en mujeres hay variables sociales y culturales que lo favorecen. La mujer sufre una doble penalización por el hecho de tener una adicción, está peor visto que el en caso de los varones y esto tiene mucho que ver con la educación de género y la desigualdad. Promueve que el problema se oculte.
Junto a ello, la violencia de género, como trauma presente que padecen muchas mujeres, también puede ejercer de factor precipitante o mantenedor de la adicción y la depresión.
En estos casos más que nunca es necesario un abordaje exhaustivo e interdisciplinar que intervenga sobre el fenómeno de forma global y eficiente. Siempre hay salida, con la ayuda psicológica adecuada.