Sabes muy bien que si no actúas, nada cambiará. Si no pasas a la acción dentro de un año seguirás estando en la misma situación que ahora. Aún así te das cuenta que sigues analizando por milésima vez tu situación, intentando encontrar otro ángulo o simplemente esperando que la solución caiga del cielo.
Lo que te pasa se llama parálisis por análisis, una situación que se puede prolongar por mucho tiempo y que se caracteriza por inacción en estado puro. La buena noticia es que se puede salir de esta parálisis, si te decides a actuar. Dependiendo de la “excusa oficial” que tienes para no dejar de analizar, puedes probar las siguientes estrategias:
Excusa: No tengo toda la información
Esta excusa para no actuar se presenta como un razonamiento sensato y lógico. Lo único que te falta es un poco más de información para poder tomar la decisión correcta. Curiosamente, este tipo de parálisis no discrimina entre decisiones grandes y pequeñas:
- ¿Mejor el vuelo de las 9 o el de las 12? A lo mejor si te esperas un poco a tener más claro la planificación exacta del viaje podrás decidir (y para entonces los precios se han duplicado).
- ¿Vacaciones en Bilbao o Madrid? A lo mejor deberías pensarlo un poco más, para asegurarte que realmente sacas el máximo provecho de este viaje.
- ¿Tener hijos ahora o más tarde? Imposible de decidir, porque quién sabe que te espera en los próximos cinco años (cómo si en algún momento lo supieras).
¿Cómo puedes salir de este carrusel agobiante de darle vueltas y vueltas a la misma pregunta? Tendrás que decidir qué tipo de información te falta, o tendrás que forzar la decisión para sentir la solución.
Si existe una información concreta que te falta: búscala. No esperes que venga hacia tí, sino defínela y hazla tuya. Si aún así no puedes decidir (o si no sabes qué exactamente es lo que falta): lanza una moneda.
Si el resultado no te gusta, decídete por la otra opción. Si el resultado sí te gusta, adelante. En ambos casos podrás finalmente actuar. Y si más adelante te das cuenta que quizás no era la solución perfecta, siempre puedes rectificar.
Excusa: No sé si lo puedo conseguir
En el fondo tienes miedo: tienes miedo de comprometerte con algo y no poder cumplir. La realidad es que sí, a lo mejor vas a fracasar. A lo mejor la decisión que tomas no es perfecta, a lo mejor te equivocas, a lo mejor lo único que ganas es experiencia y aprendizaje sin ningún resultado vistoso.
Aún así, la decisión que tomas hoy siempre será la correcta, tomando en cuenta toda la información que tienes. Si no consigues lo que te has propuesta, no necesariamente es porque tú te has equivocado. Mientras no tengas una bola de cristal, no sabrás si triunfarás. Y mientras esperas esta bola de cristal, tampoco conseguirás nada.
Si necesitas una garantía para poder actuar, tu apuesta más segura es dividir tus decisiones en pequeñas etapas, definiendo únicamente le próximo paso. Y ponerte a ello.
¿Cuál es la acción más pequeña que puedes realizar hoy para hacer un paso adelante?
Excusa: Haré más / mejor / menos / algo…
La manía a los números, a lo concreto, a lo medible es muy relacionado con la excusa del “no sé si puedo”. De hecho es el aspecto que más trabajamos en el grupo de los Mentes Inquietas: poner una medida a los cambios que quieres conseguir.
Todas somos expertas en proponernos de “hacer más deporte”, “estresarnos menos” y “disfrutar más de la naturaleza”. Y todas estas afirmaciones en la vida real no significan absolutamente nada. Son simplemente excusas para no sentirte demasiado mal cuando llega el fin de semana. Cómo no puedes medir si realmente has cumplido, por lo menos no te sientes completamente fracasada (aunque la semana que viene te propondrás lo mismo).
¿Qué pasaría si te comprometes con algo real?
- Iré al gimnasio el lunes, miércoles y viernes.
- Dejaré el alarma en la cocina para levantarme 20 minutos antes para meditar.
- Caminaré cada día 20 minutos en el campo cuando termine de trabajar, tomando por lo menos una foto de una planta curiosa.
Son las mismas propuestas, con mucho más agarre: ya sabes exactamente lo que tienes que hacer. Podrás evaluar al final de la semana si has cumplido o no y si quizás tengas que cambiar el enfoque.
Además, es más probable que realmente lo hagas! Más detalles que incluyes en tu planificación, más convencido está tu cerebro de que realmente hay que hacerlo y menos guerra te dará en el momento de pasar a la acción.
¡Pruébalo!