NEFF: Quisiera saber qué hay grabado ahí.
PHYLLIS: Mi nombre.
NEFF: ¿Cuál?
PHYLLIS: Phyllis.
NEFF: Phyllis, ¿eh? Creo que me gusta.
PHYLLIS: Pero no del todo, ¿eh?
NEFF: Suelo pensar las cosas antes de decidirme.
PHYLLIS: Señor Neff, ¿por qué no viene mañana noche a eso de las ocho y media? Estará aquí.
NEFF: ¿Quién?
PHYLLIS: Mi marido. Tiene usted interés en hablar con él, ¿no?
NEFF: Así era, pero… Se me están pasando las ganas, créame.
PHYLLIS: En este estado hay un límite de velocidad: 70 km/h.
NEFF: ¿Y a cuál iba, agente?
PHYLLIS: Yo diría que a 140 km/h.
NEFF: Pues bájese de la moto y póngame una multa.
PHYLLIS: Mejor dejarlo en advertencia por esta vez.
NEFF: ¿Y si no da resultado?
PHYLLIS: Le daré con una regla en los nudillos.
NEFF: ¿Y si me echo a llorar y pongo la cabeza en su hombro?
PHYLLIS: ¿Y por qué no intenta ponerla en el de mi marido?
NEFF: Se acabó…
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NEFF: Pensé de repente que todo acabaría mal. Parece absurdo, Keyes, pero así fue. No oía mis propios pasos. Eran los de un hombre muerto.
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KEYES: Un crimen nunca es perfecto. Se descubre tarde o temprano. Y cuando intervienen dos personas, más bien temprano [...]. Y eso no es como subir juntos a un tranvía del que cada uno puede apearse cuando quiera. Tienen que seguir juntos hasta el final. Y es un viaje de ida tan solo, porque el final de la línea es el cementerio.
Double indemnity. Billy Wilder (1944).