Revista Cine
Llegamos a LA GORDA, gente. La que definió por completo lo que era una película de James Bond. La considerada por muchos como la mejor de la saga. Y a mí... me gusta. Sí, está bastante bien. Pero vale, admito que no me ha dejado flipado. Supongo que el hecho de ser la peli en la que se asienta la fórmula de la saga juega un poco en su contra. Hoy en día casi nada de lo que propone me resulta original o sorprendente. Pero atención, pocas pegas se le pueden poner a la peli en sí.
Está infinitamente mejor estructurada y desarrollada que las anteriores, a pesar de contar con algún problemilla de ritmo, y desde luego es más dinámica e ingeniosa. Las mejoras se empiezan a notar ya desde un prólogo 100% Bond que da paso, por fin, a la imprescindible intro musical. Por otro lado, Connery está mejor que nunca, ya totalmente metido en el papel de un Bond que ya adquiere aquí todos sus rasgos distintivos. Y aun así, se ve eclipsado por el villano. Sí, Goldfinger lo peta mucho. Tiene una presencia constante a lo largo del film, un plan elaborado con alguna que otra sorpresa, es carismático, y tiene tal confianza en sí mismo que resulta amenazador. Disfruta de su villanía, pero tampoco resulta paródico. Es espléndido, lo mejor de la peli. Y encima cuenta con su secuaz pintoresco, una figura que siempre mola ver en la saga.
La chica Bond es con diferencia la mejor hasta ese momento, un personaje en sí mismo. Y en fin, su nombre es absolutamente memorable. Como toda la peli, en realidad. Es cierto, no me ha vuelto loco, pero desde luego, de las comentadas hasta ahora es la que más me ha gustado y la que más me apetecería ver de nuevo en un futuro. No es perfecta ni genial, pero hay mucho que disfrutar y recordar de esta película, desde escenas míticas como la de la chica bañada en oro hasta algún diálogo especialmente ingenioso.
Un film mucho mejor hecho que los anteriores, más ambicioso, con mejores personajes y más acción, mejor resuelta. A pesar de no adorarla, no puedo negar que se merece su estatus de clásico.