Revista Cine

Diario de a bordo: Operación Alcatraz

Por Cartas A 1985 @AntonCruces

Estimado Capitán:

Ni la Púnica, ni la Gürtel  ni nada de eso. La Operación Salir de Casa u Operación Alcatraz. Esa sí que es una trama digna de una película.

Ir a dar una vuelta

La preparación que requiere ir a dar una vuelta ha cambiado totalmente de significado desde la llegada de los lechones. Ese concepto por sí mismo ya no existe. Antes de los lechones (A.L a partir de ahora) aquello era mucho más sencillo.

—¿Vamos a dar una vuelta?

—¡Venga va, vamos!

Te levantabas del sofá, pillabas las llaves, algo de dinero y ancha es Castilla. Imparable. Así de sencillo. Como mucho te podía chafar el plan en última instancia un uffff, es que me tengo que calzar o un es que estoy en chándal. La pereza es un pecado capital sí, pero créame Capitán que desaparece, o al menos se reformula, cuando una fecunda de dos en dos como si no hubiera mañana.

D.L. (Después de los lechones) la cosa es distinta. Para empezar ya procuras que no te apetezca mucho dar esa vuelta. No por nada, que respirar el aire puro y fresco de la ciudad es una cosa muy sana, pero es que esto requiere una preparación equivalente a una ingeniería  y más equipación que Calleja de picnic.

Vamos por partes.

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La fórmula

Los niños tienen que ir recién cambiados ya que a los humanos tengan la edad que tengan no les gusta salir cagados a la calle. Llámeles raros.

También hay que procurar que salgan comidos porque si les entra un ataque de hambre en plena calle no se cortan y te montan un pollo que ni Massiel en una vinoteca.

La fórmula del Paseo Tranquilo queda entonces de la siguiente manera.

CL+ELL=PT

Siendo

CL: Culo Limpio

ELL: Estómago Lleno

y

PT: Paseo Tranquilo

A pesar de su alta efectividad la fórmula es altamente inestable y puede explotar en cualquier momento.

El timing

Evidentemente basta que te llame alguien con intención de quedar para que te des cuenta de que estás justo en el centro de los dos procesos. Nunca te llaman cuando están recién comidos y cambiados. Esa llamada interrumpe siempre en un punto equidistante en el tiempo entre el cambio 1 y el cambio 2. Es como si algún listo hubiese inventado una aplicación “Jodepadres” que avisa a los colegas del momento exacto en que la logística es más complicada y farragosa.

La silla

Lo de la silla gemelar es ya para escribir el libro entero. Un puto Transformer del infierno. En la tienda la tía la plegó hasta casi metérsela en el bolsillo. Y yo pensé: “Chupado”.  La historia empezó a cambiar cuando me entregaron cinco cajas de cartón de lo que viene siendo un tamaño considerable. Al abrirlas me di cuenta de mi error. La última vez que me había sentido así fue cuando les pedí a los reyes el barco pirata de los clics. En la tele aquello era la leche: abordajes, islas, olas, tesoros…

La realidad era otra.  Ahí estaba yo en el baño…decepcionado, en pelotas y con el barco a medio montar. Tenía que soplar para marejada y tirarme pedos en la bañera para fuerte marejada. Todo muy cutre y escatológico. Lo sé.

Pues lo mismo.

Menos mal que está Ovugirl porque por más que lo intento solo sé empujarla y tampoco es que vaya siempre recto, que en cuanto veo una curva cerrada empiezo a sudar. Lo de montarla, plegarla y cambiarla supongo que es cuestión de fuerza de voluntad y constancia, dos virtudes que no creo haber tenido en la vida (salvo cuando veo Rocky que entonces me crezco y me paso una semana hipermotivado). La silla tiene mil palanquitas, posiciones, botones y engranajes.   Si viniese Batman y me encargara diseñarle y construirle un nuevo batmóvil (el coche no el teléfono) estoy seguro de que acabaría antes.

O peto máxico 

Y después están los utensilios variados. Ese inventario  Capitán no lo tienen ni en Ikea. Colón se llevo menos cosas para el viaje.

—Hierve el agua.

—Prepara el termo.

—Esteriliza los biberones.

—Prepara la fórmula en sus cacitos.

—Mételos en sus bolsas.

Hagamos inventario. En verde mis pensamientos.

—¿Bibes?

—Sí.

—¿Toallitas?

—Sí.

—¿Leche?

—Sí.

—¿Gasas?

¿Gasas? ¿Cómo que gasas? ¿Vamos a operar a alguien o qué?

—¿Gasas?

—Sí, sí, perdón. Gasas correcto.

—¿Chupetes?

—Sí.

—¿Chupetes de repuesto?

Por si gastan los chupetes primigenios claro.

—¿Sujetaparagüas?

—Sí.

Pero:

A) no podría pronunciarlo de nuevo si me lo pidiesen y de eso dependiese mi vida.

B) Hay que ser vago para inventar “eso”.

—¿Kleenex?

—Sí. Bueno son pañuelos el Bosque Verde, pero sí.

—¿Aerored?

—¿Eh?

—Lo de los pedos.

—Sí, sí eso sí.

—¿Baberos?

¿Para qué llevamos las gasas entonces?

—Sí.

—¿Baberos de repuesto?

—Venga, pues también.

—¿Colonia?

—Sí.

—¿Una muda?

—Sí.

No vaya a ser que vayamos a un local con chill out y otros ambientes.

—¿Eso es una broma?

—Perdon, pensé que lo estaba pensando.

—¿Falta algo, cari?

—Sí. Un anillo para gobernarlos a todos.

—¡Qué simpático! ¿Algo más?

—Una replica del falo de Chanquete, dos gominolas de nube, tres gotas de la sangre de una virgen cubana y el ladrillo de un igloo. Y ya casi estamos…

Cuando todo este proceso acaba los niños están cagados y con hambre.

Hasta yo estoy cagado y con hambre.

Y vuelta a empezar.

Por eso llegamos tarde.

Pero felices.

Saludos desde La Tierra.


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