Revista Cultura y Ocio

Diario de estos días (XXIV)

Publicado el 05 abril 2020 por Malama
Diario de estos días (XXIV)«Un quiosco es un quiosco, respondía Foneto» (Gonzalo Hidalgo Bayal)Domingo, 5. Hoy, como ayer, viene este anuncio en El País y me apetece mostrarlo ahora que no puedo ver a mis quiosqueros; pero a quienes siento todos los días cuando mi vecina T. me trae el periódico hasta la puerta de casa. Si no viene con una de esas revistas alienantes a todo color y de gran formato y mejor papel, ella procura doblarlo y colarlo por la rendija, desde donde cae al suelo de la escalera. Hoy lo he oído caer, he bajado y me ha dado tiempo de asomarme al balcón y darle las gracias antes de que me llamase al móvil para avisarme. Iba con su mascarilla, sus guantes y su perrito. Es una suerte tener tan cerca a una persona tan amable. Cuando pase todo esto, vamos a celebrarlo con mucha gente; pero yo creo que la principal celebración será encontrar el mejor modo de agradecimiento en la vida ordinaria a todos los que ayudan. Quiero decir que esta mujer ya no será la que ha sido para mí durante todos estos años, y que deseo que el personal sanitario al que aplaudimos por la tarde reciba nuestro mismo apoyo cuando volvamos al centro de salud y nos hagan esperar más de la cuenta. Fue ayer también sentir envidia al ver en la portada del periódico al Presidente del Gobierno con guantes y mascarilla, y faltar tiempo para solucionar mi carencia. Cuando salgo a comprar veo ya a casi todo el mundo con mascarilla y guantes. Y yo no. Yo esos días he tenido que ponerme los guantes guarriperas del supermercado y he comprado con precaución pero sin mascarilla. Así que ayer, con los aplausos, pregunté a M., mi vecina del miércoles, cómo podría hacerme con algo que sirva para proteger. Y me pidió que bajase a la calle y me lanzó una bolsa con un par de mascarillas y media docena de pares de guantes. M. no tiene perrito, pero es divina; y ayer, asomada al balcón me pareció la Isabel de Los amantes de Teruel, y declamele: «Viéndoos al balcón sentada / por las noches a la luna, / mi fatiga era pagada: / jamás fue mujer ninguna / de amante más respetada» (acto III, escena II). Y subime. No, no se me está yendo el juicio a pique a medida que pasan los días; ocurre que un poco de humor siempre viene bien, y hoy, cuando he ido a copiar la frase de Gonzalo Hidalgo, de su excepcional novela La escapada (Tusquets Editores, 2019), he vuelto a toparme con la conversación entre Foneto y el narrador en el bar, sí, cuando pasan del vino blanco al vino tinto como el que pasa de la lírica a la épica, y se escucha —sotto voce— al camarero canturrear: «Yo me subí a un pino verde por ver si la camelaba, por ver si la camelaba, y ella me mandó a paseo, se acabó lo que se daba, se acabó lo que se daba, se acabó lo que se daba» (pág. 223). El placer de la lectura.

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