Revista Cultura y Ocio

Diario político y literario de Fulgencio Martínez, donde se habla de lo divino y de lo humano, 11

Por Agora

LAS CAMÁNDULAS DEL REY
Camándula: hipocresía, disculpa falsa.
Diario político y literario de Fulgencio Martínez, donde se habla de lo divino y de lo humano, 11
Hay un elenco de frases célebres que fueron escritas para un público fiel o fueron dichas sobre las tablas de un escenario. Yo elegiría, como la primera del top de frases célebres, aquella de los Comentarios de Julio César: Veni, vidi, vici (Llegué, vi, vencí). Y, a continuación, la famosa duda de Hamlet: To be, or not to be: that ist the question. (“Ser o no ser. He ahí la cuestión”). Vendrían luego algunos versos del soliloquio de Segismundo en La vida es sueño, de Calderón de la Barca (“¿Qué es la vida? Una ilusión./ Que toda la vida es sueño,/ y los sueños sueños son?”), o aquellos otros de El alcalde de Zalamea: “Al Rey, la hacienda y la vida / se le han de dar, pero el honor / es patrimonio del alma, / y el alma solo es de Dios". Últimamente, el elenco de frases célebres dichas para el propio lucimiento y para el club de admiradores de quien las pronuncia se completaría con estas dos: “Lo siento. Me he equivocao y no volverá a ocurrir”, recientemente consignada al Rey Juan Carlos, y con esta de Mariano Rajoy:"Lo siento: no hay dinero para los servicios públicos, no hay dinero”.Me pregunto qué virtud literaria y escénica hace que estas frases se conviertan en un tesoro de las Musas, en célebres parlamentos teatrales o en declaraciones históricas. Llego a la conclusión, tras pensar un poco, de que es la oportunidad en que fueron dichas las frases, en el texto o en el tiempo histórico; además de la buena dirección de escena, y por supuesto, la calidad del actor o escritor que las escribiera.Felicitamos a la Casa del Rey por su aportación, con la citada frase, al elenco de los célebres dichos. No todo va mal en un país donde la capacidad de cultivar las Musas, en especial, la del teatro, anda tan extendida, desde la primera magistratura del Estado hasta cualquiera que se aplique un poco al arte. Me ocurre (pero esto es quizá solo un problema mío) que he asistido alguna vez a una maravillosa representación teatral, tan bien dramatizada y recitado tan bien el texto, que parecía la vida misma. Pero, terminada la obra, cuando salía a la calle, me daba cuenta de aquello era puro teatro, bien hecho y bien aplaudido (lo cual es sospechoso ya, pues en la vida real no se aplaude nunca), al fin, un espectáculo de profesionales. Muchas gracias, querido lector, muchas gracias por leer.Fulgencio Martínez

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