Revista Cultura y Ocio

Diario político y literario de Fulgencio Martínez, donde se habla de lo divino y de lo humano, 9

Por Agora
HOMENAJE DE LOS PINTORES A MIGUEL HERNÁNDEZ
Diario político y literario de Fulgencio Martínez, donde se habla de lo divino y de lo humano, 9
Como prometimos en un avance a nuestros lectores de Ágora, os informamos con más amplitud de uno de los actos con que se conmemoró el 7o Aniversario de la muerte de Miguel Hernández en su pueblo natal, Orihuela.
Fuimos a Oleza una hermosa mañana de sábado (31 de marzo) desde Murcia, acompañados por Soledad Inglés, Pura Muñoz, Andrés Mellado, Lola Jara, José A. Serrano y por la hija de éstos, Claudia, que estudia el último curso de Bachillerato. El viaje de poco más de 20 kilómetros, siguiendo el lustre invernal de los limoneros y naranjos que flanquean la antigua carretera a Orihuela, era para algunos de nosotros un viaje simbólico en el tiempo, vital y testimonial. En 1976, Pura llevó a su prima Lola Jara, de la edad entonces de Claudia, a la anterior cita histórica en el pueblo de Miguel, uno de los primeros homenajes al poeta, todavía clandestino, donde estuvo Blas de Otero, José Agustín Goytisolo, Caballero Bonald, y actores y artistas como Enrique Morente, Raimon, Lola Gaos (todos ellos, menos Raimon, por desgracia ya desaparecidos).
En aquel año numerosos pintores se sumaron a la iniciativa de llenar de arte las fachadas del barrio de San Isidro, uno de los más humildes de Orihuela.
En esta ocasión, en 2012, se trataba de recuperar y remozar aquellos murales y también de pintar otros nuevos, con las manos de los artistas invitados y también de los asistentes y sobre todo de los más jóvenes admiradores del poeta Miguel Hernández. Los pintores Pepe Aledo y Pepe Rayos colaboraron en la organización del proyecto, a los que se sumaron otros pintores como Pedro Marcos, Eva Ruiz y su taller de pintura, niños de los colegios e institutos públicos de Orhuela, Ramón Palmeral (desde Alicante), Lucía Izquierdo y la Fundación Miguel Hernández de Orihuela, con Aitor Larrabide a la cabeza, y desde Madrid, expresamente para la Conmemoración, Antonio Gutiérrez, "hijo predilecto de Orihuela" (rectifico un lapsus anterior).
Precisamente Antonio, junto con su mujer, Cecilia, nos hizo de anfitrión a los murcianos. Antes de saludar al periodista Patricio Peñalver, que también había llegado de Murcia, Antonio Gutiérrez nos puso frente a la fachada (una de las 43 recuperadas) en que estaba renaciendo el Guernica de Picasso. Con emoción contenida, nos dijo que en 1976 su hermana colaboró en ese mural, que representa los valores de la libertad, la paz y la democracia.
Fuimos subiendo la cuesta del barrio de San Isidro y admirando el cariño y trabajo (bajo un sol de justicia) con que los artistas daban forma a aquellos hermosos gritos de libertad que iban quedando grabados en las paredes. Nos gustó mucho un mural que estaba acabando el pintor Marcos, y otro ya terminado, con el amarillo de las mieses desperezando en los ojos del espectador una estampa de esperanza que recuerda un poema de Viento del pueblo. (Hermoso ver un atelier al aire libre: eso era todo el barrio de San Isidro: un atelier colectivo donde se podía asistir al nacimiento del arte). Arte y compromiso con los valores humanos, con la difícil y digna tarea de hacernos humanos, entre todos, codo con codo. Ningún tiempo pasado fue más duro o más difícil para los que se comprometieron con esa lucha desde sus circunstancias históricas y personales, desde la vocación que a cada uno le llamara. Ahora, afortunadamente, en España, no se juega uno la vida, la cárcel, el exilio, como tantos se lo jugaron todo en este país; pero no por ello es menos duro la coherencia, el testimonio, el compromiso a vida con los valores humanos. Padecemos hoy un grave riesgo: ser incomprendidos, incluso despreciados por la fronda de la sociedad consumista. Y otro riesgo, aún peor: abandonarnos a la corriente. Miguel Hernández y muchos antes sabían lo mucho que importaba lo que defendían. ¿Hoy, lo sabemos?
Entretenido en estas reflexiones, perdí de vista a Claudia y a su padre, José, que echaban fotos a los murales. (Gracias, Claudia, por el reportaje fotográfico).
Cuando alcancé a ver a mi amigo el doctor José Serrano, me dijo éste que Claudia se había bajado a pintar el Guernica. París, jeneusse, divino tesoro.
Diario político y literario de Fulgencio Martínez, donde se habla de lo divino y de lo humano, 9Recuperando el mural del Guernica. (Aitor Larrabide, en un descanso. Claudia en la estela de los pintores).

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