9/3 Te habría escrito hoy para alegrar este día gris y mirar esos ojos transparentes.
8/3 Yo era más feliz contigo. Sin ti, a veces estoy más tranquila, pero pongo el piloto automático y los días se me pasan solo trabajando. Creo que duermes peor sin mí, conmigo estás más tranquilo.
3/3 Casi nadie se fija en eso, pero la mujer que conduce ese vehículo que limpia las calles tiene el volante a mano derecha.
Mis relaciones se basan en sentirme inferior o superior. Soy yo la que guía la conversación y habla de lo que le da la gana o me quedo absolutamente callada y siento que no tengo nada interesante que explicar. Los demás se me comen a veces. Con él, me siento en igualdad.
Mi bufanda huele ahora a colonia. No sé si es la de Janis o la de Jakub. Cuando le abrazo en la despedida, le digo que no quiero verle mal. Él me contesta que está un poco mejor.
De repente, me veo con Kevin en aquel pueblo blanco de Córdoba, mi falda al vuelo, subida en ese montículo. Las gorras bien ajustadas a la cabeza para que no se vuelen. Luego (o antes), en la plaza del castillo, los abuelos sentados a la sombra de un acantilado de piedra, nosotros soportando el sol inclemente sobre nuestra piel, los hombros a punto de empezar a arder.
Esta tarde, he pensado en Noosa, en Australia, y en el atardecer que vimos junto a ese hawaiano. Con él. Esta tarde, entre abrazos, me he sentido como si estuviera allí, de viaje, de risas.
En el supermercado, tres chicos de veintipocos se me quedan mirando como atontados y yo les mantengo la mirada. Gusto. Lo sé. Aun así, pienso que me quedo con él, que no le cambio por nada.