Revista Cultura y Ocio

Diego de Almagro

Por Enrique @asurza

Diego de Almagro, nació en la manchega villa de Almagro, Ciudad Real, España (1508). Fue hijo espurio de Juan de Montenegro y de Elvira Gutiérrez. No tuvo una feliz infancia: abandonado por su madre, fue criado por Sancha López del Peral. Su padre lo recogería a los cuatro años llevándolo consigo a la villa de Almagro. Al poco tiempo finó Juan de Montenegro y el pequeño Diego quedó bajo la potestad de su tío materno Hernán Gutiérrez. Debido a los malos tratos que recibió fugó de la casa del tío rumbo a Ciudad Real en busca de su madre, pero allí también fue rechazado.

Viajó entonces a Toledo donde fue criado por el licenciado Luis de Polanco, uno de los cuatro alcaldes de los Reyes Católicos.
En 1514 se embarcó huyendo de la justicia en la escuadra de Pedrarias Dávila. Participó en las campañas del Darién y Tierra Firme en Panamá, donde conoció a Francisco Pizarro. Entusiasmado por las noticias de un país rico en levante, firmó en 1524 con Francisco Pizarro y el clérigo Hernando de Luque un contrato de compañía con el fin de llevar a cabo expediciones de descubrimiento. A finales de ese mismo año iniciaron la empresa; Pizarro zarpó de Panamá a bordo del "Santiago" y Almagro lo hizo después en el "San Cristóbal".

En ese primer viaje perdió un ojo, al enfrentarse con los indios estuvo a punto de ser capturado a no ser por un negro que lo salvó. La expedición continuó hasta la desembocadura del río San Juan y, de retorno a la playa de Chochama, encontró a su socio, decidiendo entonces continuar la empresa.** Por orden de Pizarro retornó a Panamá para reclutar hombres y traer abastecimientos a la hueste**. Se entrevistó con el gobernador quien, descontento con el fracaso, creyó oportuno adjuntarle a Pizarro un capitán. Fue la oportunidad que Almagro esperaba para ascender y solicitó el cargo para él. Cuando meses más tarde Pizarro le reprochó su actitud, alegó que lo había hecho para evitar el ingreso de un advenedizo a la empresa conquistadora.

En el segundo viaje continuó con su labor de abastecedor de la hueste, mientras Pizarro llegaba a las costas del Perú. Ante la negativa de parte del nuevo gobernador Pedro de los Ríos para autorizar una nueva expedición, decidió Pizarro entonces viajar a España para negociar directamente con el emperador Carlos V. A partir de aquí se agudizaron las contradicciones entre Almagro y su socio.** El 26 de junio de 1529 Pizarro firmó en España las Capitulaciones de Toledo, por las que se le nombraba jefe de la expedición y gobernador del Perú. A Almagro por el contrario sólo se le concedía la tenencia de la fortaleza que se iba a levantar en Tumbes, y se le asignaba, como alcaide de ésta, un sueldo mínimo comparado con las ganancias que él mismo había obtenido en las campañas militares. En 1531, mientras Pizarro partía nuevamente hacia el Perú, Almagro se quedó en Panamá con el encargo de buscar provisiones y hombres. Solicitó entonces de la corona una Capitulación para separarse de su socio, pero le fue denegada**. Con 153 hombres partió al Perú y el 12 de abril de 1533 entraba en Cajamarca. Con dolor vio el reparto de los tesoros que ofreció juntar el prisionero Atahualpa, pues no alcanzaba para él y sus hombres.

Continuó junto a Francisco Pizarro su viaje al Cuzco y tuvo una acción destacada al salvar a Hernando Pizarro que se hallaba cercado en Vilcaconga. Una vez repartido el tesoro del Cuzco tuvo que empuñar las armas nuevamente para dirigirse a la costa norte a contener a Alonso de Alvarado. quien con un ejército proveniente de Guatemala pretendía ingresar a la conquista del Perú. Se unió a Sebastián Benalcázar y juntos marcharon a enfrentarlo, pero la sangre no llegó al río y ambos conferenciaron. Alvarado señaló que la ciudad del Cuzco escapaba de la gobernación de Pizarro. Almagro sabía que esto era un error pero más adelante usó este mismo argumento al entrar en guerra contra los Pizarro. Alvarado vendió su escuadra a Diego de Almagro y marcharon juntos a Pachacamac donde los esperaba Francisco Pizarro, fundando en el camino la ciudad de Trujillo por orden del mismo Pizarro. En Pachacamac el marqués canceló lo que se le debía a Alvarado por la expedición, consiguiendo su retiro. Con fecha 21 de mayo de 1534 Almagro recibe una cédula por la que se le hacía gobernador de Nueva Toledo. Aquí empezaron a agudizarse las contradicciones con los Pizarro, pues Almagro reclamó el Cuzco para sí, pero Juan, Gonzalo y Hernando se negaron a reconocerle como gobernador. Los ánimos se calmaron con la llegada de Francisco, quien le persuadió que iniciase la conquista de Chile e incluso le ayudó a financiarla. Partió de Cuzco en el invierno de 1535, el viaje a través de los Andes fue duro por las condiciones climáticas y la orografía de la zona, perdiendo parte de sus hombres. A mediados de 1536 llegó al valle de Aconcagua pero la pobreza de la tierra y el temor a perder su gobernación lo hicieron retornar, aunque ya no volvió por el camino de la sierra sino que siguió el camino de la costa a través del desierto de Atacama. Llegó cuando las tropas indígenas hostilizaban casi a diario la ciudad del Cuzco y tramó la idea de asociarse con Manco Inca a fin de expulsar a los Pizarro de Cuzco, pero fracasó en sus negociaciones. Con todo, el 8 de abril de 1537 tomó el Cuzco a la fuerza capturando a los hermanos Pizarro (Gonzalo y Hernando). Pidió que el cabildo le nombrara gobernador, pero muy astutamente esa corporación delegó tal determinación al obispo de Tierra Firme, quien a su vez la elevó al rey. Se envió a Alonso de Alvarado a detenerle pero fue desbaratado y hecho prisionero en el puente de Abancay el 12 de julio de 1537. Deseoso de llegar a un acuerdo, Francisco Pizarro invitó a Almagro a conferenciar en Mala el 13 de noviembre de 1537, pero la reunión fracasó ya que Almagro creyó que se trataba de una celada. Pizarro entonces utilizó la mediación del provincial mercedario fray Francisco de Bobadilla, quien convenció a Almagro de que permaneciera en el Cuzco en tanto llegaba la sentencia del rey, pero que entregara a Hernando Pizarro, el cual prometió regresar a España. Almagro aceptó y libero a Hernándo pero la guerra continuó. Apenas Hernando, llegó al campamento de su hermano cogió una alabarda y dijo que quería ir en ese mismo momento tras Almagro. El 8 de abril de 1538 se libró la batalla de las Salinas con resultados desastrosos para Almagro, quien estuvo a punto de ser ejecutado por Hernando Pizarro en el mismo campo de batalla, salvándose por la enérgica intervención de Alonso de Alvarado. Fue conducido prisionero a Cuzco donde se le abrió un proceso imputándosele los siguientes cargos: tomar el Cuzco por las armas, apresar a Hernando Pizarro (entonces teniente gobernador), ir contra Alonso de Alvarado y querer pactar con Manco Inca. Fue sentenciado a la pena capital y ésta fue ejecutada el 8 de julio de 1538, siendo agarrotado en su celda. Dejó dos hijos mestizos: Diego e Isabel.


Volver a la Portada de Logo Paperblog