Revista Cultura y Ocio

Diego Ladrón de Guevara

Por Enrique @asurza

Diego Ladrón de Guevara fue clérigo, XXV virrey del Perú. Nació en Cifuentes (Guadalajara) en 1641 en el seno de una familia ilustre, emparentada con los condes de Oñate y los duques del Infantado. Poseedor de mayorazgos en las villas de Hita y Cifuentes, fue hijo de don Rodrigo de Guevara y de doña Bernarda de Orozco. Realizó estudios de Jurisprudencia en la Universidad de Alcalá de Henares hasta obtener el título de licenciado, y regentó en ella la cátedra de Código. Luego de aprobar oposiciones, ejerció la canonjía magistral en la catedral de Sigüenza primero y después en la de Málaga. De aquí se trasladó al continente americano, al recibir en octubre de 1689 la dignidad de obispo de Panamá; en 1695 le tocó asumir interinamente la presidencia de la real audiencia de dicha ciudad y el cargo de gobernador y capitán general de Tierra Firme. A continuación fue promovido a la diócesis de Huamanga, de la cual tomó posesión solemne el 7 de julio de 1700. De su accionar en esta jurisdicción cabe resaltar el establecimiento de la Universidad de San Cristóbal y la conclusión del convento de Santa Teresa. Seis años más tarde, en 1706, salió para asumir responsabilidades similares en el obispado de Quito.
Se encontraba sirviendo el gobierno eclesiástico de Quito cuando ocurrió, en abril de 1710, la muerte intempestiva del virrey marqués de Castell-dos-Rius; y por el correspondiente “pliego de providencia” (llamado vulgarmente “de mortaja”) resultó nombrado para ejercer el virreinato del Perú, ya que los otros dos personajes de la terna -el obispo cuzqueño González de Santiago y el obispo arequipeño Antonio de León- habían fallecido previamente. En vista de tal novedad, debió trasladarse a Lima para ocuparse de negocios políticos. Asumió oficialmente el mando el 14 de setiembre de 1710 y tomó enseguida medidas de defensa contra la repetida incursión de piratas ingleses, dotando con grandes cantidades de pólvora a los fuertes que guarnecían la costa. Durante su gobierno tuvo lugar la inauguración de la iglesia de la Buena Muerte (1712) y la llegada de las monjas capuchinas, con las cuales se fundó el monasterio de Jesús María, en Lima. Fue acusado de algunos gastos excesivos y de injerencia en el nombramiento de funcionarios, cargos de los que fue exonerado en el juicio de residencia ulterior. Cesó en el mando virreinal el 2 de marzo de 1716, con una licencia otorgada en la corte para irse a España. Permaneció sin embargo en Lima hasta la conclusión del referido juicio de residencia, encomendado al alcalde del crimen don José Potau. Un valioso testimonio sobre su mandato y su personalidad se encuentra en la obra de Pedro de Peralta Barnuevo, Imagen política del gobierno del Excmo. Señor don Diego Ladrón de Guevara (1714).
El clérigo-virrey se embarcó en marzo de 1718, finalmente, con destino a España. Tomó la vía de Acapulco y, hallándose de pasada en la ciudad de México, falleció el 9 de noviembre del mismo año, ya casi octogenario.

Escrito por Historia del Perú

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