El Príncipe neroazzurro de Milán parece dejar de lado su triste año 2011, en el que recibió el premio Bidón de Oro por haber sido el peor jugador de la temporada en la Serie A. Los cuatro goles que Diego Milito anotó en el empate de Inter ante Palermo, en el marco de la 21° fecha del Calcio, se erigen como una prueba cabal de que la calidad y el talento del ariete permanecen intactos a pesar de los motes.
El césped nevado del Estadio Giuseppe Meazza se convirtió en un testigo de lujo de la gran jornada del ex delantero de Racing Club de Avellaneda. Sin embargo, el marcador finalizó siendo esquivo al conjunto comandado por Claudio Ranieri, que perdió la posibilidad de acercarse aun más a los puestos donde se ubican Juventus, Milan y Udinese.
El hombre de Bernal, quien figura en el décimo escalón en la tabla de goleadores de la liga con ocho anotaciones, no marcaba un póker de tantos desde la Copa del Rey 2006, cuando vestía la camiseta de Zaragoza en ocasión de enfrentar a Real Madrid. En contra del elenco rosa volvió a demostrar frialdad y ambición, características que deben ser innatas en los mejores centrodelanteros del mundo.
La figura de Palermo
Si Diego Milito no hubiera convertido los cuatro goles de su equipo, la figura del encuentro seguramente tendría el nombre de Fabrizio Miccoli. El hábil delantero se despachó con un triplete y se coronó como héroe de los hinchas sicilianos al estampar el festejo que significó la igualdad definitiva, a cinco minutos del final del cotejo. Asimismo, Andrea Mantovani estableció el 0-1 parcial para los visitantes.
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