¿Quién fue Diego Rivera?
Diego María Rivera (1886-1957) fue uno de los muralistas más importantes de México junto con José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo.
Su formación plástica comienza en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de la capital mexicana y continúa en diferentes países europeos. En Italia, Rivera descubre la obra de Giotto, el magnífico fresquista del Quattrocento italiano, que se convirtió en uno de sus referentes. En esa época, París era el centro de la vanguardia artística a nivel mundial; allí conoció a los escritores Alfonso Reyes Ochoa y Ramón María del Valle-Inclán y al pintor Pablo Picasso. La influencia pictórica de Paul Cézanne lo acercó al postimpresionismo que Diego Rivera expresó a través de colores fuertes y vibrantes.
Hasta mediados de 1916 alternó su residencia entre México, Argentina, Ecuador, Bolivia y Europa para radicarse definitivamente en su país natal en 1922 donde se dedicó a estudiar el arte maya y azteca. Con Siqueiros y Orozco fundaron el sindicato de pintores del que surgiría el movimiento muralista mexicano de acentuada base indigenista.
En esta época Rivera creó un estilo artístico nacional y popular que refleja al pueblo mexicano desde la época precolombina hasta la revolución. Son famosas las escenas de sus murales que recuerdan el encuentro de Hernán Cortés con el emperador azteca Moctezuma II. En sus obras, el artista evidencia su adhesión a la causa socialista ya que fue uno de los fundadores del Partido Comunista Mexicano.
En 1929, al regresar a México después de una visita a la Unión Soviética, el artista se casó con la pintora Frida Kahlo. Así comenzó una tempestuosa relación marcada por las infidelidades, pero que tuvo etapas de paz y gran creatividad amenizadas por tertulias políticas y artísticas en la casa de la pareja en Coyoacán.
Entre 1930 y 1934 Rivera se instaló en Estados Unidos creando una serie de murales para el Instituto de las Artes de Detroit cuya temática ensalza la producción industrial. Para el Rockefeller Center de Nueva York realizó un fresco titulado El hombre en la encrucijada, que no tuvo un final feliz. En esta obra, dedicada a la ciencia y la técnica, incluyó la imagen de Lenin; hecho que provocó que Rockefeller Center destruyera el fresco ante la negativa del artista de modificar el mural. Años más tarde, Rivera volvería a pintarlo en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México bajo el título de El hombre controlador del universo.
Desde 1936 hasta 1940, Diego Rivera se dedicó a explorar la pintura de paisajes y retratos; en esta época publicó, con el escritor surrealista francés André Breton, el Manifiesto para el Arte Revolucionario (Manifeste pour l’Art Révolutionnaire). A partir de 1940, los murales lo vuelven a atraer sin dejar de suscitar diversas polémicas; ilustra Canto General del poeta chileno Pablo Neruda y gana el Premio Nacional de Ciencias y Artes de México.
En 1957, Diego Rivera fallece en su casa estudio de San Ángel, en Ciudad de México. Antes de morir, el pintor mexicano donó sus obras, sus colecciones de arte precolombino y arte popular, su casa en México D.F. y su estudio de San Ángel -actualmente la Casa Museo Anahuacalli- al pueblo de México. México le ha rendido homenaje con una calle que lleva su nombre y con billetes de 500 pesos mexicanos con su imagen y la de Frida Kahlo.
El muralismo
El muralismo es una de las tendencias más importantes de las corrientes artísticas mexicanas del siglo XX. Surge influenciado por la revolución mexicana y con el objetivo de acercar el arte al pueblo. Su temática incursiona en las luchas sociales a favor de las clases obrera y campesina y utiliza monumentales superficies como expresión plástica de contenido ideológico.
Fiel exponente del muralismo como arte nacional son los frescos de Diego Rivera creados en 1927 para la Secretaría de Educación Pública, en Ciudad de México. Este edificio posee dos patios adyacentes de dos pisos cada uno cubiertos totalmente por los murales del artista.
En estos murales, el protagonista es el pueblo mexicano representado en sus luchas sociales, en sus trabajos y en sus festejos. En esta obra, Rivera reflejó la vida social de México según su óptica dividiéndola en áreas de trabajo y ocio pintadas en zonas separadas del edificio.
En murales posteriores, el artista representa la singularidad de la identidad mexicana moderna a través de una serie de obras que plasman desde el idealizado mundo precolombino hasta el México pujante y contemporáneo.