La delgadez está de moda: la vemos hasta la saciedad en la publicidad, el cine y se nos ha metido en el subconsciente de tal manera que, si leemos una novela, difícilmente imaginaremos a sus personajes como un cuadro de Fernando Botero. Son tiempos de culto al cuerpo, al esbelto se entiende, y tanto es, que la delgadez se relaciona incluso con cierto nivel social, incluso cultural. Una persona con un nivel más elevado comerá alimentos más sanos y nutritivos que otra que no lo es. Seguramente, el precio de unos y otros tiene bastante que ver en ello. Nada se deja al azar y calculo que, cada diez segundos, un experto afirma en alguna parte del mundo que los delgados tienen menos riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, diabetes e, incluso, algunos tipos de cáncer.
Hematíes, portadores de oxígeno, en el corazón de la protesta vistos a través del microscopio (Foto: EFE)
Todo eso provoca que ser gordo sea hoy, además de un gasto extra para la Seguridad Social, antiestético, aunque no siempre fue así y no pasaba nada. Como no podemos vivir de espaldas a la sociedad ni tomar laxantes como Reino Unido que devaluen nuestra moneda para ganar competitividad en el exterior ni endeudarnos mucho para comprar alimentos ecológicos (estamos en Europa) se impone hacer dieta. Nos hemos puesto manos a la obra, y estamos consiguiendo perder peso. Pero no es suficiente. Los gurús de la moda, los mercados, que son quienes deciden el tallaje de la ropa, no acaban de fiarse porque nuestro sistema inmune protesta y los glóbulos rojos se resisten, lo que denota poca convicción.
Y es que le falta algo a este régimen porque buena dieta de adelgazamiento no pasa sólo por reducir la ingesta de materia grasa y azúcares que tanta alegría aportan, aunque sea efímera y tengamos hambre al cabo de poco. También hay que hacer ejercicio para no perder la musculatura que sostiene el esqueleto y la piel, despues de los excesos, ha de recuperar su elasticidad para que la cosa no decaiga. Y eso sólo se consigue con ejercicio. Pero no matándonos a pesas en el gimnasio, sino un ejercicio de reflexión, de perspectiva, de reenfoque de la situación más allá de 2012, 2016 o 2020.
La dureza con que amenaza el renovado FMI, con el aplauso de los mercados y de la modélica Alemania como delegada de esta díscola clase que es Europa, sólo contemplan una férrea dieta de adelgazamiento a base de proteínas y pobre en productos mediterráneos, lo que sienta las bases para una larga lucha contra el colesterol y la obstrucción de arterias.