El abismo se explora con los ojos cerrados. Si los abres, el vértigo te aturde. La realidad sólo la explora el aturdido. En el asombro, en el aturdimiento, la realidad se ofrece más luminosamente. La realidad, en ocasiones, informa sobre sus extravíos y el artista, en ese trance que lo faculta para la transcripción exacta, registra la caligrafía del prodigio. La realidad tiene ese uso mixto; por una lado vale para circular por ella y por otro se puede circunvalar. Geometrías privadas. En las afueras, en el margen, la realidad establece un diálogo más hondo con su usuario: lo zarandea, le hurga, lo seduce, lo violenta. En cierto modo, la realidad es un obstáculo siempre. Vivir, en ese hilo sutil de las cosas, es un riesgo. Respirar aturde. El abismo es el tiempo. Respirar duele. El corazón es el veneno y es la pócima. Concierne al artista descerrajar los usos de la costumbre. La realidad carece de resultados. Está. Es. Persiste.
Un poema es una inconveniencia, una cosa intrascendente. La lírica es un lubricante que suaviza el tránsito de las horas. Una novela es una inconveniencia amplificada. El novelista remeda la vida, pero la vida se fuga siempre. Se escapa siempre. La novela es un flecha absoluta.
El poeta desdeña la realidad y así la aborda más lúcidamente. El arte es también una fuga. En esto reside la naturaleza de lo artístico, en su capacidad de no ser fácilmente asible en su vocación de secreto.Al secreto le asiste la luminosa certeza de su cáracter sagrado. El arte es una manifestación de ese secreto. La revelación de lo callado.
A uno le concierne únicamente las cosas sencillas. Todo lo que no es sencillo no conviene. La vida se construye en base a estas premisas, pero no es vida.