¡Muy buenos días! ¿Qué tal empezamos la semana? ¿Los niños ya están de vuelta en el colegio? Eso significa que las vacaciones acaban hasta las navidades y sin más regresamos a la rutina “invernal”; volvemos y empezamos a notar los excesos que hemos cometido durante el verano, lo que nos lleva a plantearnos la típica frase: “uy, uy, tengo que perder esos kilos de más, me tengo que poner a dieta”. Junto con la primavera que empezamos a aligerar la ropa, el otoño es otro momento clave en el que las dietas milagro se lucran con la población que está deseando perder el peso cogido durante el verano. Sin olvidarnos del momento post-navidad, pero a ese ya llegaremos.
Cuando pasamos estos momentos críticos del año, no debemos pensar en dietas milagro sino en retornar a nuestros buenos hábitos alimentarios, corrigiendo los que no son tan buenos, y ya veréis cómo el peso va bajando poco a poco sin necesidad de “ponernos a dieta”. Este término, de hecho, es un mal término que la mayoría de la gente malinterpreta, tal y como ya os contamos hace tiempo en "estoy a dieta, pero ¿de qué?" , espero que llegue el momento en el que la gente no asocie el “estar a dieta” con intentar perder peso...
Y hasta aquí acabamos con la educación nutricional, ahora pasemos a analizar una nueva dieta milagro. Para que veáis que un alimento no es bueno ni malo siempre que se tome en su justa medida, y que los pobres hidratos de carbono no son unos demonios que se acumulan en nuestro cuerpo haciendo que nos salgan michelines de la nada, hoy analizamos una dieta que, en lugar de suprimirlos como hacen la mayoría, potencia su consumo. Hablamos de la dieta Duke (¿alguno más ve la similitud con el nombre de Dukan?).
Esta dieta, conocida también como la dieta del arroz, propone una dieta en dos fases (primera pista que debería hacer que saltase la alarma y dudar de ella) basadas principalmente en los hidratos de carbono y la ingesta de proteínas sólo vegetales (ya en la segunda fase), lo que también nos aportará grandes cantidades de fibra, vitaminas y minerales.
Es una dieta baja en grasas y muy baja en sodio, ya que considera que el sodio es un mineral que estimula el apetito y hace que tengamos más ganas de comer.
Como todas las dietas que se basan en fases, la primera es una fase muy restrictiva en la que sólo se puede comer arroz integral y frutas, de dónde obtenemos las proteínas (con alto valor biológico) en esta fase yo personalmente no lo sé, eso junto con que no hay un aporte de grasas hace que el autor aconseje o sugiera tener un supervisión médica constante (segunda pista que debe hacer que salten las alarmas tilín tilín tilín).
Sigamos con la segunda fase, en ésta ya nos permite consumir además de arroz integral y frutas, legumbres, pasta y verduras, y una vez a la semana te deja tomar pescado(supongo que blanco) para que, bueno, no estemos sin proteínas y grasa eternamente, con una vez en semana es más que suficiente. Vale que al mezclar el arroz con las legumbres ya empezamos a obtener proteína, pero creo que no la suficiente cantidad.
Por si aún no nos ha quedado claro que debemos sospechar que es una dieta milagro, rematamos la faena diciendo que no es una dieta que se pueda mantener en el tiempo y sólo se debería realizar por un período no mayor de 12 semanas, que son suficientes para perder de 10 a 16 kilos, (aquí ya tendríamos que oír una alarma de bomba nuclear sonando en nuestras cabezas).
Dándole un punto a favor a esta dieta, es una dieta que favorece la ingesta de fibra por lo que el estreñimiento que suele seguir a este tipo de dietas no se sufriría, disminuye la cantidad de grasa (aunque en mi opinión hay que controlar la calidad de la grasa más que la cantidad) y evita el consumo de sodio, también recomienda la realización de ejercicio físico, pero ahí terminan las concesiones... Según dice el autor, es una dieta que promueve unos buenos hábitos alimentarios, pero sinceramente yo no sé dónde los encuentra.
El primer punto por el que esta dieta está destinada al fracaso es porque no enseña a comer, no indica qué se consideran raciones normales de consumo, no enseña a cómo plantear una dieta equilibrada puesto que sólo se puede comer arroz integral y fruta. Aquí podéis ver que es una tontería que otras dietas intenten suprimir todos los hidratos de carbono para conseguir el descenso de peso.
Nuestro cuerpo va a estar en serio peligro ya que no obtenemos todos los aminoácidos que necesitamos, los cuales, si recordáis, son esenciales principalmente para formar nuestro ADN y, por tanto, nuestras células y órganos; y también porque necesita una mínima cantidad de grasas. Las grasas nos proporcionan los ácidos grasos esenciales que son necesarios para formar las membranas de nuestras células, intervenir en procesos metabólicos y formar parte de las estructuras de múltiples componentes necesarios para el organismo, aparte de proporcionarnos energía (que si la utilizamos no va a acumularse en nuestro organismo).
Que no pueda mantenerse en el tiempo nos indica también los peligros a los que nos exponemos. Un buen plan te alimentación nos debe permitir mantenerlo durante toda la vida adecuándolo a cada situación específica que nos pueda surgir a lo largo de la misma.
Con esto termino el artículo de hoy no sin antes promocionar la figura del nutricionista; ¡poneros en manos de profesionales! Somos los únicos que podemos ayudaros realmente a conseguir vuestros objetivos de una manera saludable y con hábitos que mantendréis durante toda la vida, aprenderéis a saber escoger las cosas que necesita vuestro cuerpo y a cómo compensar esos días que nos pasamos un poco de la raya.
Un saludo, hasta el próximo día.
Realizado por Cristina Vallespín Escalada