- El colecho familiar favorece y facilita la lactancia, ya que no hay necesidad de ir a otro cuarto para tomar al bebé. Una madre que amamanta en la “cama familiar” puede fácilmente alimentar a su hijo sin despertarse completamente, y puede continuar con el importante descanso que necesita. Así el colecho promueve que la madre continúe amamantando y todos sus numerosos beneficios hasta que el niño decida destetarse.
- De acuerdo al investigador James McKenna, el colecho incrementa las posibilidades de que los padres pueden intervenir exitosamente en la prevención de la muerte de cuna, ya sea que se deba una condición fisiológica o accidente físico. El investigador recuerda a los padres que “el colecho da a los padres la mejor oportunidad de oír a un bebé en crisis y responder”. Añade que “ya que la protección contra el síndrome de muerte súbita SIDS, puede estar relacionado a la frecuencia y duración de la lactancia, y debido a que los bebés amamantan más cuando duermen con sus padres, esta práctica puede ayudar a proteger a los infantes amamantados”.
- Durante los primeres meses de edad es normal que los niños tengan periodos sin respirar, y es probable que la madre provea importantes señales a su bebé, recordándole respirar después de una exhalación, previniendo que se desarrolle un síndrome de muerte súbita. Aún si este sistema recordatorio falla, la madre estaría cerca para despertar al bebé. Una madre y un bebé que amamantan, tienden a tener ciclos de sueño coordinados, haciendo a la madre extremadamente sensible a su bebé. Si ella está durmiendo cerca, despertará si su bebé está teniendo dificultades. Pero si el bebé está solo, este tipo de intervenciones salva-vidas no pueden realizarse.
- Si un adulto está cerca, se reduce cualquier peligro nocturno. Los bebés y los niños han perecido en incendios, han sido abusados sexualmente por parientes que están de visita, han sido robados de su cama, han sido atacados por mascotas, se han asfixiado después de vomitar y han muerto o resultado heridos en formas que se pudieron prevenir si un padre hubiera estado cerca para ayudar.
- La asfixia es frecuentemente puesto en la lista como un peligro del colecho. Sin embargo, este es un peligro real sólo en dos situaciones: un bebé pequeño durmiendo en un colchón de agua que es incapaz de levantarse cuando lo necesita, o un padre incapaz de atender las necesidades de los bebés por estar muy intoxicado con alcohol o drogas. Obviamente un niño que se esté asfixiando por cualquier razón (una cinta o ropa de dormir alrededor de su cuello, vomitar mientras duerme, ataques de asma) es más probable que despierte a un padre que está durmiendo cerca que a uno que duerme en un cuarto diferente.
- El colecho familiar es frecuentemente malentendido como un promotor de abuso sexual al niño por parte de los padres. Sin embargo, la verdad es lo contrario. Los padres que desarrollan profundos vínculos emocionales con sus niños por permanecer cerca y responder a sus necesidades tanto en la noche como en el día, es mucho menos probable que tengan una conducta abusiva de cualquier tipo hacia el niño que aman y cuidan. Contrariamente, el hecho de que un niño duerma solo nunca ha sido adecuada protección contra un padre que intenta abusar sexualmente de él, y quizá sea aún más fácil mantener esta actividad en secreto del otro padre.
- El sueño compartido puede prevenir abusos ayudando a toda la familia a tener el descanso que necesitan, especialmente si el niño está amamantando. El niño no tiene que sentirse necesitado o llorar para atraer a su madre, y la madre puede amamantar semidormida. La familia entera despierta fresca, sin resentimientos hacia el bebé por haber disturbado su sueño la noche anterior. Un padre exhausto es más probable que abuse del niño que una madre descansada o padre que ha disfrutado de la presencia de un bebé felizmente descansado durante la noche.
- El llanto es una señal provista por la naturaleza cuyo significado es disturbar a los padres para asegurar que el bebé reciba lo que necesita. Pero el llanto prolongado es estresante para todos los miembros de la familia. Entre más pronto de satisfagan las necesidades de los bebés, más descansa el bebé y la familia, y más energía tendrán al siguiente día. Una madre que duerme junto al bebé puede utilizar su respuesta instintiva que toda nueva madre tiene al primer gemido del bebé, previniendo así la necesidad de un llanto fuerte que es estresante pata el bebé y para todos los miembros de la familia.
- Un sentimiento profundo de amor y confianza se desarrolla entre hermanos que duermen juntos, disminuyendo la rivalidad durante las horas en las que están despiertos. Los hermanos que comparten la noche así como el día tienen una gran oportunidad de desarrollar una relación profunda y duradera. Los bebés y los niños que están separados de otros miembros de la familia durante el día (padres trabajando, hermanos en la escuela) pueden reponerse parcialmente de esas ausencias y restablecer importantes lazos emocionales pasando tiempo juntos en la noche, y disfrutar de la delicia del tiempo con la familia en la mañana, que no existe de otra manera. Claro que el negocio en la casa y la no escolarización puede minimizar las separaciones y profundizar los vínculos familiares durante el día, tanto como el colecho lo hace en la noche.
- Estudios de adultos en coma han demostrado que la presencia de otra persona en el cuarto, mejora significativamente la frecuencia cardiaca, ritmo cardiaco, y la presión sanguínea. Parece razonable asumir que los niños y los bebés tienen beneficios de salud similares por tener a alguien más en el mismo cuarto.
- Un niño que es cuidado en la noche tan bien como en el día, recibe constante certeza de amor y apoyo, en lugar de tener que lidiar con sentimientos de miedo, enojo y abandono noche tras noche. Los niños que se han sentido seguros tanto en la noche como en el día con unos padres amorosos cerca, son adultos que soportan mejor el inevitable estrés que la vida trae. Como John Holt dijo elocuentemente, tener sentimientos de amor y seguridad en la vida temprana, lejos de “echar a perder” a un niño, es como “dinero en el banco”: un fondo de confianza, autoestima y seguridad interna con las cuales el niño puede manejar los retos de la vida.