Revista Insólito

Diez reglas sencillas para salir con mi hija

Publicado el 24 octubre 2013 por Alfredo Eduardo López Liñares @BackInMadrid

Diez reglas sencillas para salir con mi hija
Durante casi 20 años fui padre de varones y aunque no lo notaba entonces, eso implica cierta tranquilidad en algunos aspectos de los que jamás había tomado nota, como por ejemplo, en saber que no llegarán un día a casa diciendo: “Papi, estoy embarazado…
Aunque bastante tópico, es solo un ejemplo ilustrativo que cualquier lector comprenderá rápidamente.
Pero hace 22 meses llegó ella. Ese pequeño trocito de amor que solo reparte miradas enormes y dulzura por doquier. Y claro, con lo bonita que es, no faltaron familiares y amigos que se divirtieron diciendo: “Ja, a esta si que la vas a tener que cuidar de los chicos, con esos ojazos y esa sonrisa va a tener decenas de pretendientes…
Primero sonreí por compromiso, pero cuando note que mi sangre elevaba su temperatura hasta quemarme las venas y mis impulsos por cerrarle la boca a mi interlocutor incluían pensamientos violentos, comprendí, justo en ese momento, que ser padre de una hija es bastante distinto.
Por eso quiero compartir estas sencillas reglas para todo aquél que pretenda gozar de la dulce compañía de mi hijita, con alguna remota intención de cortejo.
El día de mañana, cuando el joven en cuestión busque en la Internet del futuro alguna información sobre mi niña o su familia, espero que se tope con este post informativo y lo lea a conciencia. Aquí vamos:

  • Regla primera:

Si llegas con tu coche a la puerta de mi casa y das un par de bocinazos, mejor que estés entregando un paquete de DHL, porque de aquí no te llevarás nada.

  • Regla segunda:

No toques a mi hija delante de mí. No quiere decir que puedas hacerlo a mis espaldas, pero si yo estoy delante podrás mirarla siempre por encima de su cuello. Si no puedes mantener tus ojos y manos alejados del cuerpo de mi hija delante de mí, te los arrancaré.

  • Regla tercera:

Soy consciente de las nuevas modas pero (al menos en la actualidad) los jóvenes usan los pantalones tan bajos que parecen caerse de sus caderas. No sé si ese tipo de modas seguirán en unos años pero para intentar ser justo y abierto de mente sobre este tema, te propongo un trato: puedes venir a mi casa mostrando la mitad de tu ropa interior por fuera de un pantalón diez tallas más grandes, y no lo voy a objetar. Sin embargo, con el fin de asegurarme de que tu ropa no se caiga durante la cita con mi hija, voy utilizar mi clavadora neumática para sujetar tus pantalones a tu cintura.

  • Regla cuarta:

Estoy seguro de que estarás informado de que en el mundo actual, tener sexo sin utilizar alguna “barrera protectora” podría costarte la vida. Pues permíteme extender la norma: cuando se trata de sexo con mi hija, yo soy la “barrera protectora” y puedo costarte la vida.

  • Regla quinta:

Para que podamos llegar a conocernos quizás pienses que deberíamos hablar de deportes, política u otros temas del día. Por favor, no lo hagas. La única información que necesito conocer es a qué hora exacta traerás de vuelta a mi hija a casa, y la única palabra que quiero escuchar al respecto es “temprano”.

  • Regla sexta:

No tengo ninguna duda de que eres es un joven popular, con muchas oportunidades de salir con otras chicas. Esto me parece bien, siempre y cuando le parezca bien a mi hija. De lo contrario, una vez que hayas salido con mi hija, seguirán saliendo hasta el día en que ella (y solo ella) decida terminar. Si la haces llorar, yo te haré llorar.

  • Regla séptima:

Cuando estés en el porche aguardando a que salga mi hija durante más de una hora, no quiero verte suspirar o mirar el reloj nervioso. Si quieres llegar a tiempo a la película, no deberían estar saliendo. Mi hija se tiene que maquillar y peinar, y eso es un proceso que puede tomar más tiempo que pintar la Gran Muralla China (con dos manos). En vez de quedarte de pie allí, ¿por qué no haces algo útil, como lavarme el coche o cortar el césped?

  • Regla octava:

Los siguientes lugares no son apropiados para una cita con mi hija: lugares donde haya camas, sofás o cualquier cosa más acolchada que un taburete de madera. Lugares donde no haya padres, policías o monjas a la vista. Lugares donde esté oscuro como para leer. Lugares donde haya baile, se tomen de la mano, o haya felicidad. Lugares donde la temperatura ambiente sea lo suficientemente caliente como para inducir a mi hija a usar pantalones cortos, camisetas sin mangas, tops, o cualquier cosa que no sea un jersey y una parka de pluma de ganso con la cremallera hasta el cuello. Las películas de temática romántica o sexual deben evitarse rigurosamente. Películas de gánsters, mafia y motosierras están bien. Partidos de baloncesto, hockey o fútbol están bien. Visitar parientes en la residencia de ancianos sería lo mejor.

  • Regla Novena:

No me mientas. Jamás. Puedo parecer un barrigón de pocas luces que se está quedando calvo, pero en temas relacionados con mi hija, yo soy el que todo lo sabe, el Dios inmisericorde de su universo. Si te pregunto a dónde van y con quién, tienes una sola oportunidad para decirme la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Tengo una escopeta, una pala y dos hectáreas detrás de la casa. No juegues conmigo.

  • Regla décima:

Ten miedo. Ten mucho miedo. Cuando me pongo nervioso puedo confundir muy fácilmente el sonido de tu auto en la entrada con el de unos pandilleros que quieren entrar a casa a robar. Y si no tomo mi medicación es peor aún, las voces en mi cabeza me obligan a limpiar mis armas mientras espero que regrese mi hija a casa.
Cuando llegues, baja del coche con ambas manos donde pueda verlas y anuncia con voz fuerte y clara que has traído de vuelta a mi hija, sana y salva. Luego puedes volver a tu coche y marcharte rápido pero en silencio, no hay necesidad de que entres. La cara camuflada que te mira por la ventana es la mía.

Diez reglas sencillas para salir con mi hija

* Estas reglas son una adaptación personal de un correo electrónico viral que se distribuyó en 1998. Debido a que las redes sociales aún no existían su difusión fue limitada. Su autor es el escritor W. Bruce Cameron y el fragmento pertenece a su libro “Ocho reglas simples para casarse con mi hija”.
Es obvio que el asunto está encarado con humor y no estoy de acuerdo con todos los puntos. Sólo con algunos de ellos.


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